Jefe del Sistema de Información de Macroconsult
La pandemia por el COVID-19 del año pasado golpeó muy fuerte a la economía peruana. No solo porque nos vimos obligados a cerrar las actividades económicas, sino porque la poca claridad sobre lo que nos deparaba el futuro hizo que las empresas pongan en suspenso sus inversiones y los consumidores, su decisión de adquirir bienes durables.
Si bien el escenario tras el confinamiento se fue aclarando con relativa rapidez, nuestra economía entró en una nueva etapa de elevada incertidumbre hacia finales del año pasado. Esta vez, por nuestro calendario electoral, aunque condimentada, en parte, por el fuerte golpe que sufrieron muchas familias por efecto de la pandemia.
La primera parte de la campaña electoral tuvo siempre a candidatos que proponían, dentro de la ley, cambiar la Constitución y modificar el modelo económico. Sin embargo, el partido de izquierda radical Peru Libre logró pasar a la segunda vuelta ofreciendo una “refundación del país”, siguiendo el ideario marxista-leninista propuesto por su fundador Vladimir Cerrón.
Las posibilidades reales de que este partido se haga con la presidencia generaron que muchas empresas, nuevamente, pongan en suspenso sus inversiones y que los consumidores piensen dos veces antes de comprar. Han sido más de dos meses en esa situación donde hemos visto caídas en las expectativas empresariales, ubicándose hoy en zona pesimista, elevación del tipo de cambio y del riesgo país.
Por desgracia, es muy probable que la incertidumbre continúe. Por un lado, al cierre de este comentario, no está claro quién será nuestro próximo presidente. Se tendrá que esperar el cierre del conteo y la resolución de las actas observadas. Por otro lado, el candidato que resulte ganador enfrenta variedades de retos.
Si la candidata Keiko Fujimori se hace con la presidencia, es más probable que el clima de negocios mejore y que el tipo de cambio comience a caer rápidamente hacia donde mandan sus fundamentos. Sin embargo, tendrá, con alta probabilidad, que enfrentar una creciente conflictividad social, sobre todo considerando que buena parte del país le ha dado la espalda.
En oposición, si el candidato Pedro Castillo se hace con la presidencia, tendrá que dar, en primer lugar, señales claras de hacia dónde va su gestión. Si decide seguir la idea del fundador de su partido, estaremos ante una versión extrema de su Gobierno, y las consecuencias para la economía serían muy negativas: es muy probable que veamos una recesión a partir del cuarto trimestre de este año.
Sin embargo, tiene la posibilidad de hacer una gestión “moderada”, poniendo énfasis en lo social, sin necesidad de afectar las bases del modelo de economía de mercado. En esa situación, las dudas podrían irse despejando con el correr de los días y semanas, y entrar en un adecuado equilibrio de Estado y sector privado.