Gonzalo Ruiz Diaz, Economista Asociado de Macroconsult
El año 2010, siguiendo la tendencia internacional, el Perú emprendió un proceso de transición en el sector de radiodifusión, consistente en el reemplazo de las tecnologías analógicas por las digitales, para la transmisión de los contenidos de televisión de señal abierta. La principal ventaja (aunque no la única) que ofrece la Televisión Digital Terrestre (TDT) frente a la analógica, es la posibilidad de utilizar de manera más eficiente el espectro radioeléctrico, multiplicando la cantidad de canales que se puede difundir y mejorando la calidad de la señal que reciben los aparatos de televisión.
El proceso iniciado en el 2010 por el Perú requería de ciertos plazos para su implementación, por varias razones. En primer término, se requería que los receptores en los hogares fueran compatibles con el estándar japonés brasileño (ISDB-T), escogido en su momento, por sus ventajas técnicas, frente a otras alternativas; o que, en su defecto, contaran con un decodificador. Según OSIPTEL, al 2021, un 71% de los hogares peruanas declararon contar con un receptor que permite captar señales digitales. Si bien este es un porcentaje importante respecto de lo registrado antes de la pandemia (54%), aún el número de hogares que requieren de un decodificador es significativo. Esto se explica en parte por la pobre labor de promoción realizada desde el MTC para crear conciencia sobre la importancia de migrar hacia este estándar en el mercado y, en menor grado, por la ausencia de una regulación que limite la importación de receptores con estándares distintos.
En segundo término, era necesario otorgar un plazo para que la industria de radiodifusión realice las inversiones requeridas para renovar o adecuar sus equipos a estas nuevas tecnologías. Si bien se han observado avances importantes de parte de algunos actores de la industria, este proceso aún dista mucho de estar concluido. Según el MTC ello se ha viso agravado durante la pandemia, por una reducción de los ingresos por publicidad por parte de la industria.
Por estas razones, el plan maestro para la implementación de la TDT en el Perú, ha sufrido varias modificaciones a lo largo de estos años, en particular, respecto a los plazos otorgados para el inicio de la transmisión de la señal digital en algunas regiones.
Una señal preocupante, sin embargo, ha sido la reciente publicación para comentarios de un proyecto de decreto supremo que modifica nuevamente la fecha para la interrupción de la señal analógica: el llamado apagón analógico. Se preveía que este se comenzaría a implementar durante el último trimestre de 2022 en Lima y Callao (inicialmente el plazo era 2020 pero se prorrogó), y luego de manera progresiva en las distintas ciudades y regiones del país (ver cuadro). La propuesta publicada, plantea que ahora los plazos máximos serán determinados por el MTC en base “al conocimiento de la población sobre la televisión digital terrestre, así como la cantidad de estaciones de radiodifusión que operan con dicha tecnología”.
Esta propuesta en la práctica posterga de manera indefinida la interrupción de la señal analógica, condicionándola a una evaluación “caso por caso” que deberá hacer el MTC. Adicionalmente, la propuesta plantea un régimen de incentivos, consistente en el canje del canon por espectro que pagan las emisoras, a cambio de inversiones en la migración tecnológica hacia la TDT. No obstante, este régimen recién se aplicaría luego de dos años de aprobada la propuesta, con lo cual se dan incentivos para postergar aún más las inversiones por dichos conceptos.
La lentitud del proceso de implementación de la TDT en el Perú (y en otros países de la región), en contraste con la celeridad de la expansión de otras tecnologías como las que soportan los servicios de streaming o los servicios móviles; genera dudas respecto de la importancia y gravitación que tendrá la televisión digital en los próximos años. Mientras mayor sea la demora, mayor será el riesgo de no aprovechar las potencialidades que en sus inicios prometió la TDT.