Redactor Senior
A sí como un cuento de hadas, fijar la fórmula para un aumento periódico del sueldo mínimo parece una fantasía, un espectro inalcanzable el cual acechará a tantas generaciones futuras de peruanos como ya lo ha hecho con incontables pasadas.
Sin embargo, ¿por qué esto es así? Establecer una nueva fórmula para el cálculo de la RMV es una tarea que, según nuestra Constitución, le pertenece al Consejo Nacional de Trabajo (CNT), donde los empleadores, trabajadores y el Estado se reúnen para la toma de decisiones en materia sociolaboral mediante el diálogo social.
Sin embargo, tenemos un Consejo Nacional del Trabajo que, en la práctica, no funciona. Esto se debe a que ambos – los sindicatos y gremios empresariales– se han venido retirando del mismo en los últimos años, poniendo un freno a toda conversación en el mismo.
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Sus razones para retirarse pueden tener justificación, pero eso no cambia la realidad: el CNT no llega a acuerdos. En un momento tuve la oportunidad de conversar con el actual ministro de Trabajo, Fernando Varela, y el tema del CNT salió a la luz, como naturalmente iba a hacerlo.
Señaló que una de las metas de su gestión sería propiciar el diálogo y convencer a las partes que regresen a participar en el Consejo.
Sin embargo, cuando se le preguntó sobre qué pasaría si se rehusaban a acudir al CNT o si no llegaban a acuerdos, su respuesta fue, y lo citó: “Por lo menos ya tendremos debate acerca de la[s] materia[s] para considerar”. La respuesta del ministro es reveladora, pues demuestra que tal vez el CNT no es el mejor espacio para el diálogo social y eso abre una posibilidad: quizás es hora de hacer modificaciones a la forma en la que se maneja el CNT.
Conversando con laboralistas salen muchas ideas interesantes. En un momento hablé con Germán Lora, quien apoya de manera frecuenta al diario, y me comentó que quizás sería mejor que no se requieran decisiones unánimes para llegar a un acuerdo en el CNT.
Lo que dice no es descabellado. En otros países se utilizan modelos donde el Estado decide cual posición, de todas las sugeridas por las empresas y sindicatos, será utilizada, mientras que en otros solo se requiere de acuerdo entre los trabajadores y los empleadores para llegar a una decisión final; su acuerdo vincula al Estado.
En conversaciones con otro colaborador frecuente, Jorge Toyama, me señala que tal vez sería bueno que el Estado pueda impulsar, persuadir y hasta resolver toda controversia dentro del CNT.
Cuando le pregunté si esto no iba en contra del espíritu del CNT, me señaló que, si el Estado convoca a una parte, pero esta no asiste al Consejo, el proceso debería continuar con la parte que sí asiste y que “en la aprobación de la norma se indicará que no hubo participación de una de las partes”.
El tema es muy complejo y requiere de más espacio y tiempo para ser discutido, pero algo queda claro: en el Perú lo que falta no son más leyes laborales, lo que falta es un espacio de diálogo que funcione, y tal vez es hora de que eso se ponga en agenda.
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