Economista sénior de Macroconsult
El entorno internacional se ha deteriorado considerablemente en los últimos meses. La inflación ha continuado escalando, alcanzando máximos no vistos en décadas en algunos países. Esto debido a los fuertes estímulos fiscales y monetarios desplegados al inicio de la pandemia, eventos climáticos adversos y problemas en la cadena de suministros. Además, este año se añadió la invasión de Rusia a Ucrania que no solo ha elevado aún más las cotizaciones de los principales commodities, sino que ha generado una crisis energética en Europa.
En respuesta al incremento de la inflación, los bancos centrales alrededor del mundo comenzaron a retirar sus estímulos monetarios con el objetivo de anclar las expectativas inflacionarias y así evitar efectos de segunda vuelta sobre otros precios claves. Recientemente, la FED ha endurecido aún más su posición monetaria y ahora se espera que la tasa de interés alcance el 4.50% a fines de año.
Ante este panorama, los mercados han reaccionado negativamente. Las principales bolsas del mundo han caído más de 20% en lo que va del año y los rendimientos de los bonos se han duplicado en el mismo periodo. Asimismo, el dólar se ha fortalecido a nivel mundial, incluso ha igualado el valor del euro y estaría por alcanzar a la libra esterlina. De esta manera, se espera que el próximo año las economías de Estados Unidos y eurozona muestren un crecimiento cercano o inferior al 1%.
China es una historia diferente. Este país fue uno de los que mejor sortearon la crisis del covid-19, incluso su economía no se contrajo en el 2020. Sin embargo, la llegada de las variantes más contagiosas del coronavirus ha hecho que las autoridades en ese país desplieguen una política de “cero covid-19″ con prolongados confinamientos y cierres de importantes ciudades. A ello se ha sumado, un deterioro de su sector inmobiliario, el más importante de su economía, ante problemas de sobreendeudamiento de grandes empresas. A pesar de que las autoridades han desplegado medidas que buscan evitar una mayor desaceleración, la tasa de crecimiento de su PBI en el bienio 2022-23 sería la más baja desde la década de los ochenta.
Como resultado, se espera que este y el próximo año la economía mundial crezca por debajo de su promedio de las últimas dos décadas (3.6%) y los costos de financiamiento se ubiquen en niveles altos. Este escenario podría empeorar, ya que existen riesgos latentes como un escalamiento de la guerra entre Rusia y Ucrania, una crisis inmobiliaria en China y una FED más agresiva que provoque una recesión en Estados Unidos.