Economista, docente de la Universidad Continental
1.Pareciera que para no desentonar con la seguidilla de declaraciones desafortunadas de la que ha hecho gala el Gobierno, recientemente el ministro de Justicia enfilo sus baterías contra el presidente del Directorio del Banco Central. El Dr. Aníbal Torres criticó al Dr. Julio Velarde por su posición con respecto a la ley que establece topes a las tasas de interés: “Solo porque ese gordito dice cualquier disparate entonces ya es verdad. Si él es un gran economista, cómo va a decir que en el Perú hay libre mercado cuando gobiernan los monopolios y oligopolios (…) Pero si a este señor no le gusta lo que estoy diciendo, también tiene las puertas abiertas para irse”.
2. No nos debería sorprender que al ministro Torres las tasas de interés altas le parezcan una injusticia y que, por lo tanto, considere que estas deben ser combatidas con todos los instrumentos a su alcance, incluso, con leyes que impongan topes a las tasas de interés. Y aquí el doctor en leyes, de tendencia estatista y proclive a irse de boca, chocó con el doctor en economía, de tendencia liberal y proclive a comerse unos pastelillos de más…
3. Sorprendentemente, muchas veces algunos abogados (sean o no doctores en leyes) muestran un desdén grande –e, incluso, un total desconocimiento– de la ley de la oferta y la demanda. Por este motivo, piensan, actúan y declaran como si las normas legales –las leyes– fuesen más fuertes que la ley básica del mercado (me refiero a la ley de la oferta y la demanda, para los que necesiten la aclaración). Y esto, a mi parecer, no solo refleja un problema cognitivo muy grande, sino que constituye un peligro que debemos mitigar.
4. Seamos claros: imponer topes a las tasas de interés no produce los resultados que buscan sus promotores. Esta es una verdad de Perogrullo repetidamente confirmada en muchísimos episodios desafortunados y costosos alrededor del mundo. En Perú, durante la segunda mitad de la década de los ochenta se impusieron topes a las tasas de interés -entre muchos otros controles de precios– en un contexto de creciente inflación. La resultante represión financiera condujo a la desintermediación y a la contracción crediticia, causando un enorme daño a la economía nacional.
5. Posteriormente, a partir de comienzos de los noventa, el ordenamiento macroeconómico y la libre determinación de tasas de interés trajeron como resultado la disminución de las tasas, un mayor dinamismo en el mercado crediticio formal, transparencia de información y protección al sistema financiero. Desgraciadamente, con la reciente reimposición de topes a las tasas de interés (aprobada por el Congreso a fines de 2020), muchos consumidores que antes podían acceder a créditos de consumo con tasas bastante altas en el mercado formal hoy ya no pueden hacerlo. Han sido condenados a financiarse en el mercado informal a tasas sustancialmente más altas o, simplemente, a no poder comprar lo que antes sí podían.
6. La evidencia empírica es aplastante, pero como dice el refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Dejando de lado por ahora a la ceguera, muchas veces ideológica, de algunos de nuestros políticos, refirámonos al daño que causan declaraciones como las del Dr. Torres. Estas generan ruido innecesario, incertidumbre e inestabilidad económica. Así, el incremento de las tasas de interés, la depreciación del sol y la postergación de la inversión privada son algunos de los costos que terminamos pagando los peruanos.
7. Finalmente, quiero expresar mi identificación con el presidente del BCRP, no solo por su posición crítica respecto al tope a las tasas de interés, sino también por lo de gordito…