Nuestros economistas se encuentran a la salida de las clases en la Universidad Continental y conversan sobre los pros y contras de exonerar del IGV a productos básicos de la canasta familiar como un medio para combatir la inflación. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) quien se muestra a favor de la medida y Adamo (A) quien está en contra.
M: ¡Hola Adamo! No te veía desde inicios de la pandemia. Mucho tiempo ha pasado y la economía peruana también se ha complicado.
A: Sí, Maynardo. A pesar del contar con términos de intercambio favorables, la turbulencia política ha llevado a que la economía se deteriore en el último año. A la ralentización del crecimiento hay que añadir las presiones inflacionarias. La inflación anualizada supera el 6% desde octubre, tasa que no se observaba desde fines del 2008.
M: Efectivamente, la inflación está golpeando fuertemente los bolsillos de la población, en especial de los más pobres. Por eso, me parece adecuado que el Ejecutivo esté adoptando medidas para paliar la subida de precios, como exonerar del IGV al pollo, huevo, azúcar, fideos y pan. Y esto se une a la reciente reducción del ISC al diésel y gasolinas de bajo octanaje; medidas que, si bien tienen un costo fiscal, eran necesarias para atacar esta presión inflacionaria.
A: A mí me parecen medidas populistas e ineficaces.
M: A ver, explícate.
A: Vayamos primero al tema de la exoneración del ISC a los combustibles. No solo implica un costo al erario de unos S/. 1,000 millones durante los próximos tres meses, sino que esta medida es regresiva: las familias más adineradas son las que gastan una mayor proporción de su presupuesto en combustibles.
M: No es tanto así. De hecho, solo se ha exonerado solo a las gasolinas de bajo octanaje y al diésel. Las gasolinas de bajo octanaje son mayormente usadas por los taxistas y mototaxistas. Los que tiene autos costosos usan gasolina 95 o 97 y esos combustibles no están exonerados. Y en el caso del diésel, el objetivo es abaratar el costo de transporte –tanto de personas como de carga. Combatir el aumento de los costos de transporte, que afectan a todos los precios, es una buena medida anti-inflacionaria.
A: Yo más bien creo que es una medida populista que tendrá una efectividad muy limitada, pero sí un costo fiscal muy alto. Ten en cuenta que esta exoneración se da en el primer eslabón de la cadena de comercialización de combustibles, que es una cadena con varios intermediarios. Nada garantiza que el usuario final se beneficie de la reducción impositiva y del correspondiente sacrificio fiscal. La rebaja puede quedarse en el camino…
M: Tu argumento puede ser válido para el muy corto plazo, pero el mercado funciona y en cuestión de unos días o máximo unas pocas semanas la reducción del ISC se reflejará en todos los eslabones de la cadena. ¡Me parece increíble que te tenga que hacer acordar esto a ti!
Por otro lado Adamo, recuerda que el petróleo ha subido 40% en lo que va del año, principalmente por shocks de oferta –como la invasión a Ucrania– y creo que el Fisco está en condiciones de afrontar este sacrificio con los ingresos extraordinarios que está recibiendo por el alza de precios de los metales. Por último, es una medida temporal.
A: Jajaja, en este país, las medidas temporales –sobre todo cuando son populistas– tienden a convertirse en permanentes. Recuerda las exoneraciones tributarias a la Amazonía, que supuestamente terminaban en el 2009, pues ahí siguen… Los transportistas ya ganaron esta batalla. ¿Tú crees que este gobierno será capaz o buscará restablecer el ISC a los combustibles en julio de este año? ¡No seas ingenuo!
M: OK, ok. Pero no hay que ser tan pesimista...
A: Por último, esta medida es inconsistente con la preocupación por el medio ambiente. En teoría, el ISC es un impuesto que busca gravar aquellos bienes que son nocivos, como el alcohol o el tabaco. Y en el caso de los combustibles, ya hace unos años se nos explicó que se buscaba gravar a estos en función a su índice de toxicidad. Justamente el diésel y las gasolinas de menor octanaje son los combustibles más contaminantes, pero ahora los desgravamos.
M: En el corto plazo, al optar entre cuidar el bolsillo de los más pobres y cuidar el medio ambiente, se ha priorizado a los pobres. Claramente, había un trade-off; sin embargo, la decisión de política pública tomada por el MEF me parece acertada.
A: Discrepo contigo, aunque entiendo tu punto.
M: Ahora vayamos a la otra medida antiinflacionaria: la exoneración del IGV para los alimentos básicos de la canasta familiar. ¿No me digas que también estás en desacuerdo?
A: ¡Por supuesto que lo estoy! En primer lugar, porque impone costos al fisco y genera un mal precedente. En conjunto, se estima que la exoneración del ISC a los combustibles e IGV a los alimentos supondría un costo fiscal de S/ 400 millones por mes. Asumiendo que se quedan hasta fin de año serían 3,600 millones lo cual es equivalente al gasto total de Qali Warma, Juntos y Pensión 65 combinados (!).
M: De nuevo. Es una opción de política pública decidir qué hacer con los ingresos extraordinarios que viene recibiendo el fisco, los “windfall gains” como dicen los gringos. Una opción era ahorrarlos y otra opción es usar esos recursos en beneficio de los más pobres.
A: Pero justamente mi punto es que esta medida no beneficia necesariamente a los más pobres. Estas medidas no se traducirán por completo en menores precios ni beneficiarán a quienes más lo necesitan. Más de la mitad de las exoneraciones terminarán beneficiando a los hogares de los dos quintiles de más altos ingresos. O sea, terminará siendo regresivo. Es increíble que a estas alturas del partido, algunos sigan pensando que los subsidios generalizados o no focalizados pueden ser una buena idea.
M: ¡Tú siempre tan pinchaglobos! ¿Qué alternativas plantearías entonces para combatir este salto en la inflación?
A: Como decía Friedman “la inflación es siempre un fenómeno fundamentalmente monetario”. En consecuencia, le corresponde al Banco Central y no al Ejecutivo comandar la lucha contra la inflación. En este caso, el incremento de precios refleja shocks de oferta que pronto se revertirán. No tiene sentido socavar la institucionalidad fiscal para hacer frente a un fenómeno temporal.
M: ¡Pero si el BCR ya subió su tasa de referencia por octava vez consecutiva! La inflación sigue galopante porque la tasa de referencia no afecta los precios internacionales mi querido Adamo…
A: Claro que no afecta los precios internacionales, pero sí afecta al tipo de cambio y a los precios de los bienes y servicios que no se transan internacionalmente. De esta manera, influencia las expectativas inflacionarias y contribuye a frenar la transmisión del shock de precios externos al resto de la economía. Así, a pesar de que los precios relativos se modifiquen de manera importante en el corto plazo, su efecto sobre el IPC se minimiza.
M: A mí me parece correcto que el MEF apoye al BCR en reducir la inflación. El Banco Central hace su parte con una política monetaria restrictiva y el Ejecutivo con medidas fiscales como estas exoneraciones para paliar las presiones inflacionarias.
A: Mucho más efectivo sería un esquema de devolución de impuestos focalizado para las familias identificadas como vulnerables. Según Victor Shiguiyama –ex jefe de la SUNAT–, se cuenta con las herramientas tecnológicas y la información necesaria para implementar estos esquemas de gran focalización y, por tanto, de gran efectividad. Si se va a subsidiar, hay que hacerlo de manera focalizada, llegando a los que más lo necesitan. Sigo creyendo que las medidas adoptadas son populistas, “para la gradería”, con muy limitado impacto y alto costo fiscal.
M: Parece que no nos entendemos….