Jose Martínez Sanguinetti
A fines de la semana pasada, el Senado de los EE.UU. aprobó el despliegue de uno de los programas de reactivación fiscal más grandes de su historia. Durante 2021, el Gobierno llevará a cabo gastos e inversiones por 1.9 billones de dólares con el propósito de reactivar la economía y devolver a los EE.UU. a los niveles de pleno empleo en los que se encontraban antes de que la pandemia COVID-19 los impactara.
El costo inmediato asumido como consecuencia de esta pandemia ha sido significativo. A la fecha, 27.3 millones de personas habían sido infectadas con esta peligrosa enfermedad y 472 mil habían fallecido como consecuencia de la misma. Junto con la pérdida de un muy alto número de personas, se materializó la recesión más severa atravesada por esa economía en los últimos 74 años. De hecho, el FMI estima que el PBI de los EE.UU. cayó -3.4% durante el año 2020. La mayor parte de esta contracción se produjo en el segundo trimestre, durante el cual la economía se contrajo en 9% vs. el mismo trimestre del 2019.
Este enorme impulso fiscal viene acompañado del programa de reactivación monetaria más grande de la historia. La Reserva Federal ha reducido las tasas de interés de corto plazo a, virtualmente, 0% y ha realizado compras de activos en el mercado abierto por aproximadamente US$ 120 miles de millones al mes. A diferencia de los períodos regulares de intervención monetaria observados en el pasado, en esta ocasión la Reserva Federal no ha limitado sus operaciones a títulos emitidos por el Tesoro Norteamericano, sino que ha incluido también bonos municipales y bonos corporativos de clasificación grado de inversión y de grado especulativo. Se estima que, como resultado, la liquidez total del sistema financiero de ese país se vio incrementada durante el 2020 en 24%.
De acuerdo con la CBO (*), como resultado del programa de reactivación fiscal antes referido, el Gobierno de los Estados Unidos debería incurrir en un déficit equivalente a 10.3% del PBI durante el 2021. En consecuencia, el Tesoro Norteamericano deberá emitir US$ 1,400 miles de millones de deuda y sus obligaciones con el público alcanzarían, aproximadamente, 102.3% del PBI. Así, se estima que el monto de deuda gubernamental per cápita alcance los US$ 86,000; 25% más que el nivel registrado antes del advenimiento de esta pandemia y aproximadamente 130% del ingreso per cápita en esa nación.
Para que estas medidas sean efectivas es imprescindible que los esfuerzos de vacunación alcancen al 75% de una población de 330 millones. Según Goldman Sachs, esto debe ser posible antes de julio del 2021 si los planes se ejecutan de acuerdo con lo programado.
De cumplirse estas expectativas, la economía de los EE.UU. debería acelerar su crecimiento hasta alcanzar un nivel máximo de expansión del PBI por encima de 5% anualizado en el segundo trimestre del 2021. Este ritmo de expansión debería continuar en los primeros trimestres del 2022 con tasas anualizadas de 3% y debería moderarse después hasta alcanzar la tasa de crecimiento de largo plazo para esa economía de 1.7%. Con todo esto, el CBO estima que los EE.UU. no recuperarán los mismos niveles de empleo que tuvieron en el 2019 hasta el 2024 y el PBI no alcanzará su nivel máximo potencial hasta el 2025. Para evitar presiones inflacionarias, las medidas de política monetaria y fiscal implantadas deberían comenzar a desactivarse antes del 2024 y de manera muy gradual. La incertidumbre con respecto a esta posibilidad debe determinar los niveles de volatilidad en los mercados en los próximos años.
(*) Congressional Budget Office