SIN RUMBO. Se han cumplido ya cinco meses desde que Pedro Castillo asumió la Presidencia de la República y lamentablemente aún no puede desligarse de su papel de candidato. Cada persona que ha ocupado la más alta investidura ha llegado por el voto de un porcentaje de peruanos, pero debe gobernar pensando en todos, y eso es algo que hasta ahora no asimila el actual presidente.
Lo sucedido ayer es solo una muestra más de todo lo vivido en los últimos mese. Mientras en Palacio de Gobierno se llevaba a cabo el último Consejo de Ministros del año, con un recientemente nombrado ministro de Educación, que lleva sobre sus hombros la misión de tener listo en dos meses un retorno a clases seguro para los niños, con un ministro de Salud preocupado por el incremento en el número de contagios por la variante ómicron y un ministro de Economía con varias propuestas tributarias pendientes, el presidente Castillo prefirió ausentarse y viajar a Cajamarca para participar en la ceremonia por el XLV aniversario de las rondas campesinas.
No es que las rondas campesinas no sean importantes y no merezcan el interés del mandatario, pero son una pequeña parte del país y en este momento la preocupación debería estar centrada en temas macros que los afectan a ellos y a todos los peruanos.
Pero la indiferencia por lo temas macro no es la única característica de Castillo. Su predilección por ofrecer obras a diestra y siniestra sin la menor evaluación técnica es otra de ellas. Así ahora a los aeropuertos ofrecidos para Pichari y Orcotuna, se suma el de Chota. Es cierto que en el caso de Chota se instalará una comisión técnica, pero es difícil que esa comisión vaya contra los deseos del mandatario y determine que no se debe construir dicho aeropuerto.
Los ronderos han solicitado, además, la construcción del palacio de las rondas urbanas y nativas y la creación de un circuito turístico: la ruta del rondero. En momentos en que desde el MEF se plantea una reforma tributaria para buscar una mayor recaudación, el centro de los esfuerzos debe focalizarse no solo en mejorar la ejecución del gasto sino la calidad del mismo, y estos temas no pueden considerarse como gastos de calidad. Invertir en obras de saneamiento o infraestructura vial es mucho más importante que un “palacio”.
Mientras el presidente siga “convocando a la unidad” en su discurso, pero generando la división con sus acciones, es poco lo que se podrá avanzar para resolver los problemas más importantes que atraviesa el país.