Los anuncios hechos ayer por el titular del MTC, Raúl Pérez Reyes, para reorganizar la empresa estatal Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial S.A. (Corpac) y reestructurar los servicios aeroportuarios, ponen en evidencia dos hábitos muy arraigados en el sector público del país: la falta de planificación y la deficiente capacidad profesional. Cuando ocurre algún evento que pudo haber sido evitado, estos malos hábitos vienen acompañados de promesas de mejoras –muchas repetidas y que rara vez se materializan– que suelen incluir nuevas asignaciones de presupuesto.
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El MTC ha seguido el guion al pie de la letra, aunque demoró una semana, pues días antes habría intentado desviar la atención con otro anuncio: retirar la denuncia interpuesta por su Procuraduría ante el Poder Judicial relativa a la autorización del puerto de Chancay. Pero el apagón en la pista de aterrizaje del aeropuerto Jorge Chávez fue tan bochornoso que tuvo repercusión internacional, así que el MTC tuvo que encarar el escándalo. Además, el Congreso se le adelantó resolviendo el impasse de Chancay, pues modificó la Ley del Sistema Portuario Nacional.
Volviendo a Corpac, el gran inconveniente es que está tan anquilosada, que no será suficiente con darle más dinero del fisco para que mejore sus operaciones (saldrá un decreto de urgencia que cubrirá siete cambios en la empresa). Es que su mayor falencia es la escasez de personal idóneo para prestar los servicios que tiene a su cargo. Al respecto, Pérez Reyes omitió mencionar si, además de cambios de la plana gerencial, se tiene previsto renovar la planilla operacional. En febrero, Pérez Reyes informó que en dos meses se contaría con un número suficiente de controladores aéreos –ese plazo ya venció–. Dicho servicio es crucial en la aviación y Corpac lo presta de manera tan desprolija que ha costado la vida de tres bomberos, y hasta permite huelgas en Semana Santa.
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La gestión de esta empresa estatal tiene similitudes con la de Petroperú: está sujeta a un poder sindical mal encaminado (no aboga por la meritocracia) y, en la práctica, no es supervisada por nadie. Desde marzo, la petrolera cuenta con un directorio independiente y el MTC piensa hacer lo mismo en Corpac. Pero mientras sus operaciones continúen siendo ajenas a conceptos como eficiencia profesional y calidad del servicio, las reorganizaciones no serán otra cosa que parches. Cabe recordar que, en el caso del MTC, esos anuncios son recurrentes cuando hay accidentes terrestres en Lima (como en Fiori, el 2019) o alrededores.
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