"Bodegueros y restauranteros han criticado el alza, argumentando que fue sorpresiva y que perjudicará sus ventas". (FOTOS: FRANCISCO NEYRA / GEC)
"Bodegueros y restauranteros han criticado el alza, argumentando que fue sorpresiva y que perjudicará sus ventas". (FOTOS: FRANCISCO NEYRA / GEC)

A nadie le gusta que le aumenten los impuestos, sobre todo cuando el consumo está enfriado. La recesión ha asestado un duro golpe a la generación de empleo (en el sector privado) y la inflación ha reducido la capacidad adquisitiva de casi todos. Un incremento del o del sería desastroso, pues actuaría como incentivo para buscar formas de evadir y eludir su pago. Por ende, su efecto sobre la recaudación tributaria sería el opuesto al que se esperaría.

Pero el caso del (ISC) es distinto. Es que la demanda por los bienes gravados es inelástica, es decir, el consumidor los seguirá comprando a pesar de que se encarezcan, algunos porque son necesarios (combustibles), otros porque satisfacen vicios o cubren necesidades de socialización (cigarros, bebidas alcohólicas) y otros porque son considerados suntuarios. Según datos del BCR, a pesar de la recesión, el único impuesto cuya recaudación creció el 2023 respecto del 2022 fue la del ISC, que pasó de S/ 9,026 millones a S/ 9,328 millones (3.3% de aumento, frente a una caída de 6.4% de la recaudación total).

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Todos los productos cuyo se elevará a partir de marzo –cigarros y licores– tienen una demanda inelástica. Los combustibles fueron excluidos. No obstante, si la intención del MEF es apuntalar la recaudación, el impacto será pequeño pues la participación del en el total solo bordea el 6%; aunque debido a que este será un año complicado para el pago de impuestos, algo es algo. En cuanto a su rol disuasivo, pues busca “desincentivar el consumo de productos dañinos para la salud y/o el medio ambiente”, según indicó el MEF en nota de prensa, podría tener un efecto contrario, en especial en consumidores de menores recursos y jóvenes, que podrían optar por bebidas adulteradas, menos caras pero más perjudiciales para la salud (y no pagan impuestos ni tarifas por registro sanitario).

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Bodegueros y restauranteros han criticado el alza, argumentando que fue sorpresiva y que perjudicará sus ventas. Quizás la inelasticidad de la demanda por licores reduzca ese riesgo. Además, está la remota posibilidad de que los productores no trasladen el alza a sus precios. Algo curioso es que cada graduación alcohólica ha sufrido un aumento distinto de su respectivo ISC. El Gobierno no podrá afirmar que promueve el pisco, pues lo ha castigado con el segundo mayor incremento (9.25%). Si el bolsillo aprieta, habrá que pedir bebidas con poco alcohol (entre 0° y 6°), pues su ISC aumentó menos: 6.4%.

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