AYUDA. El Fondo Monetario Internacional acaba de declarar que la deuda pública de Argentina es insostenible, e instó además por una contribución de los acreedores privados para que el pago sea viable.

El organismo indica ahora, solo dos años después de la firma del último acuerdo por US$ 56,000 millones, que un programa de ajuste que permita contar con recursos para cumplir con los pagos de la deuda pública argentina no es ni política ni económicamente posible.

Las declaraciones del organismo internacional dan un apoyo implícito al Gobierno peronista de Alberto Fernández, que demanda una renegociación de la deuda, la cual considera imposible de pagar.

Pese a que el anuncio del Fondo fue celebrado por el Gobierno rioplatense, el comunicado del FMI parece distar mucho de lo pretendido por la administración peronista, que ha señalado que necesita renegociar más de la mitad de deuda, alrededor de US$ 100,000 millones.

Por el momento, los activos argentinos han acentuado su caída al hacerse cada vez más probable el temido recorte del valor de la deuda que los inversores poseen, mientras se especula que el Gobierno plantearía una rebaja de alrededor del 40% del valor de los títulos.

El Gobierno de Fernández, fortalecido por el apoyo del FMI a su pedido de recorte de deuda, debe ahora emprender una nueva renegociación de su deuda, proceso que pretende completar tan solo el próximo mes. Y siendo ocho las veces que incumplió el pago de su deuda, se deben esperar unas tensas negociaciones con los inversores, más aún si se considera que aún con un posible recorte de deuda, se requiere de un plan económico para hacer justamente viables los pagos en el futuro.

El Gobierno de Alberto Fernández ha logrado contener a la inflación con control del tipo de cambio y congelamiento de precios claves, además de decretar algunas alzas de impuestos. Y ese es el camino para hacer sostenible una recuperación de la economía argentina, un camino que habría que ver si está dispuesto a recorrer. La tarea será además más complicada todavía si se acentúan las diferencias internas en el Gobierno, donde la exmandataria y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, parece buscar ser más confrontacional con los acreedores argentinos, incluido el propio FMI, postura que puede frustrar cualquier negociación.