EQUILIBRIO. Ayer publicamos en Gestión una entrevista a Saúl del Real, director de Soberanías de Fitch Ratings. En ella, el representante de esta calificadora de riesgo afirmó, entre otras cosas, que uno de los principales factores que podrían influir en una próxima calificación negativa de la deuda del Perú es “la incertidumbre política”, la cual habría sido “más elevada que en el pasado”, lo que impactaría en el crecimiento inicialmente esperado de la economía peruana.

Esta declaración, no obstante, en realidad solo podría sorprender a quien no hayan venido prestando atención a lo que viene ocurriendo en el país durante los últimos meses. De hecho, esta advertencia, se suma a la hecha por Standard & Poor’s la semana pasada, cuando esta calificadora recordó, a través de su directora asociada de Riesgo Soberano y Finanzas Públicas de S&P Global Ratings, Constanza Pérez Aquino, que el actual “equilibrio [político es] algo frágil, sobre todo por los niveles de aprobación del Ejecutivo y Congreso”. Cómo hemos advertido antes, en política no solo importa el cumplimiento de las reglas formales, sino también la legitimidad que logre construirse de arriba hacia abajo.

Y es que, hasta el momento y por demasiado tiempo, los últimos Gobiernos peruanos parecen haber asumido que la economía peruana es algo que puede manejarse y funcionar de forma separada a la economía del país. Cómo no recordar, por ejemplo, la famosa promesa del “chorreo” realizada por el expresidente Alejandro Toledo durante su Gobierno. Sin embargo, para quienes hemos venido prestando atención al desarrollo de la situación política nacional, sobre todo en los últimos años, resulta evidente que el crecimiento de la economía tiene un techo cuando la situación política no está funcionando como debería.

¿Cómo podría funcionar una economía si no existe un mínimo de estabilidad en el futuro cercano sobre cuáles serán las reglas de juego? ¿Otorga acaso alguna credibilidad a los potenciales futuros inversionistas el hecho de que nuestro país continúe funcionando con instituciones tan impopulares que podrían colaborar en cualquier momento?

En realidad, como destacamos ayer, la volatilidad de los cargos públicos y el panorama político en el Perú hace mucho dejó de ser un asunto que pueda seguir siendo interpretado como algo que pueda manejarse de forma independiente a la economía. Nuestros actuales representantes, sin embargo, parecen no haberlo entendido todavía.