PRESUPUESTO. A partir del segundo semestre (o sea, ahora mismo) y durante el 2024, la economía “estará en proceso de recuperación sostenida por la mejora de la demanda interna, en línea con la disipación de conflictos sociales, menores presiones inflacionarias, condiciones financieras más favorables y medidas para impulsar la economía y atender la emergencia climática; además de la mayor oferta exportable, principalmente minera”. Estos supuestos, que podrían parecer un poco alejados de la realidad, figuran en la exposición de motivos que el MEF envió al Congreso junto con el proyecto de Ley de Presupuesto del Sector Público 2024 y sus leyes complementarias. En otra parte del documento figura el supuesto más fiable: el efecto estadístico.
Lo positivo es que, a diferencia de la mayoría de proyectos de ley que se gestan en el Congreso, el Ejecutivo en general y el MEF en particular sí adjuntan a sus iniciativas legislativas exposiciones de motivos serias y especificadas, de modo que es posible analizarlas con mayor detenimiento que los datos de las notas de prensa. Por ejemplo, el MEF detalla las fuentes de ingresos del enorme gasto que ha proyectado para el 2024 (S/ 240,806 millones). El 65.1% provendrá de los ingresos tributarios, aunque lo destinado al canon, regalías y otros fondos figura en otra partida, y junto con los recursos directamente recaudados y donaciones, suma el 22.7% del total, mientras que el endeudamiento representará el 12.2% restante.
Lo que genera cierta inquietud es que, como señala el MEF, el proyecto del presupuesto del próximo año “es consistente” con las proyecciones del Marco Macroeconómico Multianual (MMM), que prevé una expansión del PBI de 3%. Y tal como advertimos en esta columna (GESTIÓN 31/08/2023), hay que tomar con cautela dichos cálculos, ya que están basados en un entorno bastante incierto –los efectos de El Niño global, la tensa calma social y la inestabilidad política internas, la guerra en Ucrania, la desaceleración de la economía china, las elecciones en Estados Unidos, etc.–.
Y esa incertidumbre también afecta las proyecciones de recaudación tributaria, sobre todo si se tiene en cuenta que un bajo crecimiento del PBI este año incidirá en la regularización del Impuesto a la Renta el 2024, y si el consumo y la inversión privada no logran recuperarse, tampoco lo hará la recaudación por IGV ni por aranceles. Insistimos, no basta con inversión pública, y la inversión privada sigue a la espera de señales de que la estabilidad –económica, política, social y jurídica– volverá al país.