GASTOS. Un informe publicado en el diario El Comercio reveló que, desde octubre del 2021 hasta la fecha, el Congreso de la República ha gastado casi S/8.5 millones solo en el pago del personal de las 22 comisiones especiales (17) y extraordinarias (5) que este mismo organismo ha creado. Ello a pesar de que no se conozcan resultados relevantes de ninguno de estos grupos, los cuales deberían en principio ser extraordinarios y tener objetivos claros y concretos en beneficio del interés público.

La noticia suma a una serie de gastos cuestionables que ha realizado este Legislativo y que Gestión ya había criticado más de una vez en esta misma página. Por ejemplo, aquellos a viajes con indicios de ser más personales que de trabajo hechos por algunos congresistas que además se negaban a dar cuentas claras, o el recordado buffet que terminó siendo cancelado tras el abucheo público (Gestión 21.02.2023 y 27.02.2023).

Quizá la única diferencia relevante entre estos dos últimos casos y el primero mencionado es que el costo de las comisiones especiales y extraordinarias viene siendo bastante mayor al de los viajes y, más aún, al de los almuerzos buffet. Fuera de ese detalle, sin embargo, todos son ejemplos bastante claros de usos más que cuestionables del dinero público por parte de este Congreso, que ya parece casi totalmente desinteresado de recuperar algo de popularidad.

Frente a esta realidad, uno esperaría que al menos los congresistas más identificados con una visión liberal de la economía hayan salido a protestar contra este tipo de prácticas, en tanto implican un uso injustificado del tesoro público. Lejos de ello, empero, en los últimos meses solo hemos visto a varios legisladores ávidos por denunciar supuestos gastos ineficientes o injustificados en otras instituciones, pero incapaces de hacer lo mismo en casa.

Por supuesto, no se trata tampoco de que el Congreso no pueda tomar decisiones que impliquen gastos. Ni que no deba denunciar malas prácticas en otros organismos. Pero, como es evidente, juega en contra de la confianza de la gente el percibir que los congresistas no se hacen cargo de los problemas que tienen en casa antes de denunciar la existencia de esos mismos problemas en otras instituciones.

El presupuesto del Congreso actualmente es de cerca de US$ 150 millones. Esto, según destacó un informe de Denisse Rodríguez hace unos meses, supera en US$ 2 millones al del Legislativo chileno, el cual tiene dos cámaras y 205 representantes. No deberíamos tener que recordarles a nuestros legisladores que es su deber ser responsables y dar cuentas claras de cómo utilizan nuestro dinero, más aún cuando son ellos quienes definen su propio presupuesto.