Editorial de Gestión. El Midis ha mostrado ineficacia en la ejecución de medidas para paliar la pérdida de ingresos.  (Foto. archivo)
Editorial de Gestión. El Midis ha mostrado ineficacia en la ejecución de medidas para paliar la pérdida de ingresos. (Foto. archivo)

HAMBRE CERO. Hace 24 días, al asumir Francisco Sagasti la presidencia de la República, hizo un anuncio que parece que no ha despertado mucho interés, a pesar de su importancia: la implementación del plan “Hambre Cero” que, según dijo, sería un trabajo conjunto entre el Poder Ejecutivo, el Congreso, la sociedad civil, empresarios, colegios profesionales, entre otros actores. Hace una semana, en su presentación ante el Congreso para ratificar al Gabinete, la primera ministra Violeta Bermúdez esta vez ahondó en el tema.

Dijo que Hambre Cero es una medida complementaria para combatir la pandemia, a propuesta del Acuerdo Nacional, y que será una intervención temporal “que contribuirá a la reducción de brechas de pobreza extrema e inseguridad alimentaria”, que han aumentado debido al covid-19. Si se creía que era una novedad, pues no, se trata de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que deberá alcanzarse al 2030, y que el Acuerdo Nacional viene promoviendo desde hace varios años –con énfasis en la alimentación saludable–, aunque su receptividad en el sector público no ha pasado del discurso cumplidor.

Bermúdez señaló que el plan creará oportunidades para la agricultura familiar y desarrollará infraestructura social y capacidades productivas. Estará a cargo del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y aquí surgen algunos cuestionamientos. Es que durante la pandemia, ese despacho ha mostrado ineficacia en la ejecución de medidas clave para paliar la pérdida de ingresos de la población, como el reparto de bonos, de modo que organizar la distribución de alimentos a gran escala podría ser otra tarea para la que no está preparado.

Hasta ahora, la titular del Midis, Silvana Vargas, no ha brindado más detalles del plan, a pesar de lo urgente de su implementación. Aunque no se ha indicado, los comedores populares tendrían un papel –hay 13,664 en todo el país y atienden a más de 600,000 personas–, considerando que el miércoles se inició una campaña informativa para proteger a los usuarios del contagio. En todo caso, la demora parece ser el sello de identidad del Midis. Por ejemplo, el programa de compras Myperú 2020 no termina de despegar.

Mientras el Ejecutivo está silente, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha hecho propuestas como el uso de tarjetas electrónicas para canje de alimentos en áreas urbanas, expansión de los programas sociales del Midis y fortificación del arroz con hierro y micronutrientes. ¿Se hará realidad el plan o será otro saludo a la bandera?

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