Editorial de Gestión. La salida no es la Asamblea Constituyente, sino que pasa por que Castillo se aparte de la Presidencia y por un pacto político para no repetir la experiencia. (Foto: Presidencia)
Editorial de Gestión. La salida no es la Asamblea Constituyente, sino que pasa por que Castillo se aparte de la Presidencia y por un pacto político para no repetir la experiencia. (Foto: Presidencia)

ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Las leyes nacen con la finalidad de ser de aplicación general, permanecer en el tiempo y a la vez ser flexibles a los cambios históricos. Los países más importantes son los que han logrado tener normas, sobre todo las que tienen carácter constitucional, con mayor vigencia en el tiempo. Eso no significa que no se modifiquen, sino que se cambia solo aquello que realmente lo merece.

¿Es necesario cambiar el artículo 1: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, o el artículo 38: “Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses nacionales, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de la Nación”? Seguramente algunos artículos requieren cambios o nueva redacción, pero si no son todos ¿por qué plantear un cambio total?, o es que el Gobierno no tiene ni idea de lo que establece la carta magna y no sabe qué es lo que busca modificar?

Pedro Castillo, ante su incapacidad para resolver los problemas más importantes, empezó culpando a la oposición, a los medios de prensa y a los empresarios. No satisfecho con ello, ahora pretende culpar a la Constitución y busca recuperar la aprobación con la que ya no cuenta al plantear un proyecto para reformar la Constitución. Sin embargo, habría que preguntarse si los problemas que aquejan al país en este momento, como la falta de empleo o el alza del costo de vida, se van a resolver con un cambio de Constitución. Si se cambia, ¿el presidente dejará de nombrar funcionarios de dudosa capacidad técnica y ética? ¿Se acabará la corrupción que se ha extendido en diversas instituciones del Estado?

En su origen, la propuesta parece inocua. Preguntarles a los peruanos en las elecciones de octubre si ¿Aprueba usted la convocatoria de una Asamblea Constituyente encargada de elaborar una nueva Constitución Política, o no? Quienes apoyan al Gobierno en este proyecto dicen que nada es más democrático que escuchar el sentir de la ciudadanía.

Sin embargo, la pregunta viene con cola, pues el proyecto del Gobierno contiene detalles específicos de cómo se deberá llevar adelante esta Asamblea Constituyente, y al decir sí, los ciudadanos no solo dicen que quieren que se elabore una nueva Constitución, sino que aceptan el modelo de Asamblea que quiere el Gobierno.

Con este proyecto, Castillo presenta un remedo de solución que solo busca desviar la mirada de los problemas importantes, recuperar aprobación y que la ciudadanía se olvide de su incapacidad para gobernar. La salida no es la Asamblea Constituyente, sino que pasa por que Castillo se aparte de la Presidencia y por un pacto político para no repetir la experiencia.

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