Editorial de Gestión. Lima sigue siendo una ciudad que crece de manera desordenada y sus habitantes no la sienten ni segura ni amigable.  Foto: José Cárdenas.
Editorial de Gestión. Lima sigue siendo una ciudad que crece de manera desordenada y sus habitantes no la sienten ni segura ni amigable. Foto: José Cárdenas.

ANIVERSARIO. Hoy Lima cumple 487 años de fundación española, pero al contrario del vals, no podemos decir que Lima está de fiesta. Jorge Muñoz inicia su último año como alcalde, y en el balance del trabajo desarrollado, siguió el ejemplo de varios antecesores al dedicarse a enumerar todas las obras inauguradas, todas las que están en camino y el porcentaje de presupuesto ejecutado. Es decir, se centró en el cemento. Sin embargo, no todos los problemas que tiene la capital se resuelven con más construcciones; los habitantes de Lima reclaman mucho más que cemento y fierros.

La capital requiere que se ponga orden, pero la labor de fiscalización de la municipalidad no está realizándose de manera adecuada y el último incendio en Mesa Redonda así lo evidencia. Es verdad que la pandemia cambió el escenario y la crisis económica generó una mayor informalidad, pero el alcalde debió buscar una forma creativa de hacerle frente a un contexto difícil. Otro tema vital es el de la inseguridad ciudadana, y si bien la responsabilidad recae principalmente en el Ejecutivo, la mayor cercanía con los vecinos la tienen las municipalidades, y una mejor coordinación entre el Serenazgo y la Policía ayudaría a que la población se sienta más segura.

Aunque Muñoz destaca que en su gestión se han aprobado herramientas de gestión como el Plan de Recuperación del Centro Histórico hasta el 2029, el Plan de Acción Climática y de Desarrollo Urbano, lo cierto es que todo ha quedado en el papel y no se ha dado ninguna acción concreta. Lima sigue siendo una ciudad que crece de manera desordenada y sus habitantes no la sienten ni segura ni amigable. Es decir, la capital del Perú no es una ciudad sostenible.

Cierto es que la existencia de 43 distritos y una provincia constitucional no ayudan mucho para lograr el consenso que requieren varias de las medidas y acciones que deben tomarse. Sin embargo, el alcalde tampoco ha insistido en el proyecto que planteó para modificar la estructura territorial de Lima. Seguramente no era una tarea fácil, pues implica incluso un cambio constitucional, pero pudo ser el inicio de un cambio real para lograr un mejor manejo de la ciudad.

A puertas de un nuevo proceso electoral para elegir alcaldes, valdría la pena que antes de votar pensemos ¿cuál es la visión de ciudad que queremos para Lima?