(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

LATINOAMÉRICA. Este domingo, Luis Arce, un exministro de Economía de Evo Morales, asume la presidencia de Bolivia tras una clara victoria en unas elecciones que abrieron una temporada de comicios en la región.

Tras una serie de protestas y postergaciones de comicios incluidas, Bolivia tendrá un nuevo presidente del mismo partido de Morales, quien tuvo que renunciar tras acusaciones de fraude en las elecciones de octubre del 2019. Si bien se esperaría que la calma se impusiera en el país altiplánico, queda ver qué tanto puede durar esta, dado que Arce deberá poner en práctica la independencia de las políticas de su líder, las cuales ya habían despertado manifestaciones en contra en algunos sectores.

El retorno de políticas populistas en un nuevo contexto mundial de incertidumbre y escasos recursos, puede traer de nuevo la inestabilidad en la economía boliviana que va camino a contraerse alrededor de 6% este año.

Chile también acudió a las urnas recientemente, votando a favor de la redacción de una nueva Constitución. Si bien el cambio de una carta magna de por sí genera incertidumbre, esta se incrementa aún más por la actual situación de pandemia, en la que imperan las demandas de mayores ayudas sociales y relajamiento de la política fiscal.

Sin embargo, los chilenos pueden también tener la oportunidad de implementar mejoras al sistema y potenciar los elementos que permitieron una destacada evolución de su economía, aunque su población no se consideraba satisfecha. en todo caso los riesgos estarán allí y ya han llevado a una rebaja de su calificación por parte de la agencia Fitch.

La composición de la Asamblea Constituyente, a definirse el mismo día de las elecciones en el Perú, debe dar un indicativo de lo que podría esperarse en Chile. Pero la necesidad de que los artículos sean aprobados por dos tercios de la asamblea puede evitar las propuestas más radicales.

El próximo año, el continente verá también elecciones en Ecuador, en el Perú y otra vez en Chile, todo lo cual puede implicar un cambio en el ánimo de los inversores y en las relaciones entre los países de la región.

Grandes crisis suelen traer grandes cambios, y la región tiene la oportunidad de emprenderlos. Pero esperemos que estos no impliquen volver a políticas que no permitieron consolidar un desarrollo económico cuando se tuvo el viento a favor.