CALIFICACIÓN CREDITICIA. Mientras el presidente Pedro Castillo continúa pronunciando discursos típicos de campaña electoral, en los que la palabra “sueños” ocupa un lugar destacado, la realidad está cada vez más cerca de comenzar a convertirse en pesadilla. Tal vez aún no tenga disposición a prestar atención a conceptos macroeconómicos básicos, como la correlación que existe entre inversión privada y generación de empleos, o entre riesgo-país y tasas de interés. Pero el tiempo apremia y las perspectivas de la economía nacional empeoran.
La rebaja de la calificación crediticia de la deuda soberana (de A3 a Baa1) comunicada por Moody’s la semana pasada se veía venir. El MEF ha señalado que el nuevo rating es equivalente al que las agencias calificadoras Standard & Poor’s y Fitch Ratings mantienen para la deuda peruana –aunque no se puede descartar que también estén evaluando las perspectivas de la economía peruana bajo este preocupante escenario–. Lo que no ha mencionado es que la rebaja de Moody’s es la primera en más de 20 años.
Hay que precisar que el rating reducido es más que una señal de alerta, porque la agencia ya venía advirtiendo que el caos político perjudicaría el desempeño económico, tal como lo señaló en Gestión desde hace tres meses. Moody’s indica que el entorno político ha debilitado la capacidad de formulación de políticas. Hay que acotar que ese riesgo político se ha agudizado con este Gobierno, pues la inacción en la aplicación de políticas económicas se arrastra desde los gobiernos de Kuczynski y Vizcarra. En el caso del primero, por la obstaculización de la mayoría opositora del Congreso (y la impericia y desinterés en el Ejecutivo), y en el segundo, por la torpe manera en que se abordaron la lucha contra la pandemia y las decisiones económicas.
Debe precisarse que si bien rebajó el rating del país, Moody’s mantuvo la perspectiva “estable”, gracias al manejo fiscal responsable, pero que podría convertirse en “negativa” ya que existen riesgos como la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la posibilidad de presiones para elevar el gasto. En el futuro inmediato, la rebaja podría generar menores calificaciones para las empresas que emiten bonos, pero también se verán afectadas las que toman deuda del sistema financiero (lo mismo que las personas), porque un mayor riesgo país implica la subida de las tasas de interés.
Hay que recordar que la economía nacional se está recuperando, pero continúa frágil. Según la SBS, de las 54 instituciones financieras que operan en el país, hay 29 que registran pérdidas. Es hora de despertar, señor presidente.