Editorial de Gestión. El Gobierno tendrá que mantener una línea de acción coherente en política económica si quiere construir credibilidad.
Editorial de Gestión. El Gobierno tendrá que mantener una línea de acción coherente en política económica si quiere construir credibilidad.

INVERSIÓN PRIVADA. Aunque a más de uno le puede haber sorprendido la defenestración de Guido Bellido y el cambio de seis ministros, esta ocurrió días después de una serie de eventos y publicaciones relevantes en el ámbito económico. Uno fue el viaje al extranjero del presidente Pedro Castillo –pareciera que su reunión con empresarios estadounidenses fue más fructífera que su cita secreta con Nicolás Maduro–. Otro fue el informe de la inflación de setiembre, que profundizaba la incidencia del alza del dólar en los precios, sobre todo en el interior del país.

También debió haber influido la publicación del Reporte de Inflación (RI) del BCR, cuyas proyecciones mostraban un deterioro económico preocupante, reflejo del “mar de expectativas negativas” (palabras de su presidente, el ahora ratificado Julio Velarde), que harían que en el cuarto trimestre del año el PBI apenas crecería 0.2%. Ya estamos viviendo ese trimestre y aunque la desconfianza puede amainar con la salida de Bellido, el Gobierno tendrá que mantener una línea de acción coherente en política económica si quiere construir credibilidad.

Es de suponer que Castillo ha revisado el RI, o que por lo menos se le informó de las sutiles advertencias que el documento presentó: “Un entorno económico favorable y con reglas estables mejora la confianza de los agentes económicos, fomentando el consumo y la inversión”. Por ejemplo, se estima que con un incremento de 1% en el componente cíclico del índice de confianza empresarial, la inversión privada se incrementaría en alrededor de 0.6% en un año. Y las expectativas empresariales han estado empeorando y la gran mayoría de sus indicadores se encuentra en el tramo pesimista.

Como consecuencia, el BCR redujo su proyección de aumento de la inversión privada para el próximo año de 2.5% a 0%, aunque proyecciones privadas estiman una caída. Por ende, si el Gobierno quiere salir de ese cero, su gran desafío es revertir las expectativas pesimistas de las empresas, un proceso que no sucede de un día para otro, sino que toma mucho tiempo –dependiendo de cuán afectado esté el ánimo de los inversionistas–.

En ese sentido, entre las acciones que podrían emitir mensajes positivos figura la reactivación de megaproyectos (Majes-Siguas II, Chavimochic III, Línea 2 del Metro), así como dejar de seguir eliminando medidas de apoyo ante la pandemia, como ocurrió con la suspensión perfecta, que ha perjudicado a miles de pymes formales, pese a que son las que generan mayor empleo. En su breve mensaje a la Nación, Castillo dijo que impulsará la inversión privada. Es hora de pasar del dicho al hecho.