Editorial de Gestión. Solo sería posible acercarse a ese porcentaje si el MEF registrase incrementos milagrosos en los últimos días de diciembre.
Editorial de Gestión. Solo sería posible acercarse a ese porcentaje si el MEF registrase incrementos milagrosos en los últimos días de diciembre.

GASTO FISCAL. La ineficiencia de la ejecución de la inversión pública suele manifestarse de dos maneras: la lentitud con la que se realizan las obras y los retrasos en el cumplimiento de cronogramas. En muchos casos, ambos defectos ocurren a la vez, pues un proyecto puede enfrentar trabas por un mal diseño –por ejemplo, cálculos demasiado optimistas del tiempo que tomaría levantar interferencias–, y también estar a cargo de autoridades que no priorizan el manejo logístico –lo que ralentiza su avance–. Hace más de una década que el problema principal no es la falta de presupuesto.

Con datos oficiales al 16 de noviembre, el Consejo Privado de Competitividad (CPC) señala que los 20 distritos con mayor presupuesto por canon, sobrecanon, regalías, renta de aduanas y participaciones, aún no ejecutan el 56%, en promedio. Eso significa que en mes y medio para que termine el año, tendrían que acelerar nueve veces su ejecución para gastar el 100%. Pero solo sería posible acercarse a ese porcentaje, como ha ocurrido otros años, si el MEF registrase incrementos milagrosos en los montos devengados (que no es lo mismo que ejecutados) en los últimos días de diciembre. O sea, hacer uso de magia contable para ocultar deficiencias en los tres niveles de gobierno (nacional, regionales y locales).

Con respecto a los retrasos, un informe de la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN) estima que tomaría más de 200 años pavimentar las vías que son de alcance nacional –es decir, para el próximo Bicentenario–, si continúa el ritmo en que se culminan las obras públicas a cargo del MTC y sus unidades ejecutoras. Entre los factores de las demoras figuran las deficiencias en la elaboración de estudios de ingeniería y la mala administración. El gremio recomienda soluciones como la agrupación de proyectos y gestionarlos bajo el esquema project management office (PMO).

Lamentablemente, se ha hecho muy difícil hacer entender al sector público que está obligado a mejorar sustancialmente la calidad del gasto. Por ejemplo, el actual Gobierno plantea una reforma tributaria para obtener mayores recursos, pero no dice nada sobre cómo profesionalizar la gestión pública –en tanto, el debilitamiento de Servir prosigue–. Año a año, la baja ejecución presupuestaria es la regla, salvo pocas excepciones. El ministro de Economía, Pedro Francke, explica que “hay mucho optimismo” en los gobiernos al momento de formular presupuestos, argumento que refleja improvisación y falta de seriedad. Todo lo contrario de lo que hace falta.

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