PODER EJECUTIVO. Desde antes incluso de que asumiera el cargo el 28 de julio, el presidente Pedro Castillo evidenciaba problemas de comunicación, como un tira y afloja en el nombramiento de ministros, hasta el lugar desde donde despacharía. Al inicio se justificó esta situación debido a la falta de experiencia de las nuevas autoridades. Sin embargo, más de dos meses después la situación no solo sigue igual, sino que ha empeorado. Los dobles discursos no salen solo desde Palacio de Gobierno, sino también desde el interior del gabinete. Un ministro hace una declaración, otro lo corrige, el premier afirma lo contrario, mientras que el presidente lo desdice, al final no queda claro nada.
En la última semana las marchas y contramarchas se centran en la definición de si el Gobierno planteará una cuestión de confianza ante el anuncio de la oposición de presentar una moción de censura contra el ministro Iber Maraví. Hasta ahora no hay decisión. Las declaraciones iniciales del premier Guido Bellido no fueron ni ratificadas ni desmentidas por el presidente, pero ayer el ministro de Justicia, Aníbal Torres, dijo que el Gobierno había decidido no hacer cuestión de confianza y que la decisión venía del presidente Castillo. Sin embargo, horas después la vicepresidenta Dina Boluarte aseguraba que era una opinión personal del titular de Justicia, mientras el premier Guido Bellido sostenía que nada estaba descartado.
El juego político que viene mostrando el Gobierno pareciera que esconde algo más que entredichos. En todo caso, la falta de claridad es la marca del presidente Castillo y su gabinete. Es por eso que desde el Congreso también se elevan los decibeles del ruido político, al punto que la titular del Parlamento, María del Carmen Alva, afirmó que “nadie quiere un presidente mentiroso que da inestabilidad e incertidumbre”.
Estos dimes y diretes al interior del Ejecutivo, que tienen como responsable principal al presidente Castillo, podrían ser hasta cómicos sino afectarán en alto grado la estabilidad. El ruido político no permite generar la confianza necesaria para que la inversión privada apueste por el país, lo que afecta la posibilidad de que la recuperación de empleos y con ello los ingresos mejoren en el corto plazo.
El gobierno de Perú Libre asegura que tiene como objetivo el bienestar del pueblo, sin embargo, con sus acciones lo único que consigue es que se desvanezca la incipiente recuperación económica que se estaba generando y que las expectativas para el próximo año se estacionen en el lado pesimista.