Editorial de Gestión. Ese encarecimiento se sentirá con mayor incidencia si continúa la volatilidad cambiaría.  (Foto: EFE)
Editorial de Gestión. Ese encarecimiento se sentirá con mayor incidencia si continúa la volatilidad cambiaría. (Foto: EFE)

INFLACIÓN. Es normal que los precios aumenten luego de una recesión tan brutal como la que sufrió la economía global el 2020 por causa de la pandemia. A medida que la demanda comienza a recuperarse, los precios inician una tendencia al alza, en especial, aquellos que estuvieron deprimidos durante la recesión, pero llega un momento en que se estabilizan. Sin embargo, en el caso peruano hay que agregar un componente adicional: la incertidumbre política generada por las elecciones, que provocó un fuerte aumento del tipo de cambio –el dólar actúa como “activo refugio” ante esas circunstancias–.

Es fácil entenderlo. La divisa verde se disparó luego de la segunda vuelta y se redujo la semana pasada cuando Pedro Castillo le pidió a Julio Velarde quedarse al frente del BCR, la entidad que ha evitado que el tipo de cambio alcance niveles insostenibles. Con todo, al cierre de junio, el dólar había subido 6.85% desde el cierre de diciembre. Hay muchos afectados, como las personas y empresas que tienen deudas en esa divisa pero perciben la mayoría de sus ingresos en soles, aunque a través de la inflación, los más perjudicados son quienes tienen menos ingresos (“el pueblo”, en el léxico de los candidatos presidenciales).

En junio sonaron las alarmas, pese a que en Gestión lo veníamos advirtiendo desde meses atrás. La inflación anualizada fue 3.25% en Lima y 3.51% en el resto del país –donde reside la mayoría de votantes de Castillo–. Ambas tasas superaron el rango meta que el BCR fija para su política monetaria (entre 1% y 3%), empujadas por tres grupos de consumo con componente importado, es decir, que fluctúan en función del dólar: alimentos y bebidas, transporte y otro que incluye combustibles. Cabe preguntarse qué perspectivas existen para los principales bienes importados que inciden en la canasta básica.

Según el último Reporte de Inflación del BCR, en el caso del petróleo se espera que los precios se estabilicen alrededor de los niveles actuales, aunque el panorama no es tan optimista para el trigo, el maíz y el aceite de soya, pues sus precios han sido revisados al alza. El BCR ya incluyó estos cálculos en su proyección de inflación para este año, que elevó de 2% a 3%. Pero ese encarecimiento se sentirá en los bolsillos de las grandes mayorías con mayor incidencia si continúa la volatilidad cambiaria causada por la incertidumbre política. La estabilidad de precios, que tanto costó, no puede ser puesta en riesgo con experimentos que han demostrado ser funestos.