DELEGACIÓN DE LA OEA. El Gobierno consideró un “triunfo” que la OEA decidiera enviar una delegación “de alto nivel” para que hiciera un “análisis” de la situación política en el país. Esta lectura fue compartida por algunos analistas quienes incluso criticaron la decisión del organismo internacional, y no faltaron quienes creyeron que desde el Congreso se optaría por paralizar la moción de vacancia contra el mandatario hasta después del arribo de la misión de la OEA.
Sin embargo, días después de comunicada la decisión, el panorama parece ir tomando otros caminos. El Parlamento ha anunciado que la moción de vacancia contra Castillo no se frenará por presencia de misión de la OEA en el Perú (ver página 26), y aunque aún no está claro quiénes integrarán la misión que llegará al país, quienes vengan tendrán que reunirse con todos los actores políticos: el presidente Pedro Castillo, los miembros del Congreso, la Fiscalía e incluso los magistrados del Tribunal Constitucional (TC), que es el organismo que debería interpretar los alcances del controversial artículo 117 de la Carta Magna tras el pedido del Congreso.
¿Estas conversaciones les permitirán notar que la “preservación de la institucionalidad democrática” va más allá del enfrentamiento que mantiene el Ejecutivo y el Legislativo? Más allá de la solidaridad con un gobierno elegido democráticamente, ¿podrán ver que el problema que el Gobierno tiene desde el primer día es su incapacidad para llevar adelante las labores que le competen, lo que ha generado una crisis de gobernabilidad? Es de esperar que así sea. Pero, aun en ese supuesto, es poco lo que las conclusiones de un organismo internacional puedan cambiar en la realidad nacional. Un ejemplo reciente son las recomendaciones sobre la situación de libertad de expresión y libertad de prensa en el país que realizó Pedro Vaca Villarreal, relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)y que no han significado, en la práctica, ningún cambio respecto a la forma en que el mandatario se relaciona con la prensa.
Más allá de la sensación de triunfo o derrota de uno u otro lado desde cada poder del Estado, es necesaria una mirada sincera de mea culpa. Más allá de invocar al diálogo, es indispensable un cambio de actitud tanto desde el Legislativo como desde el Gobierno. Mientras el mandatario siga escudándose en la victimización es poco lo que se podrá avanzar.