PERSPECTIVAS. El MEF no las tiene todas consigo. Nos referimos a que no tiene actualizadas sus proyecciones macroeconómicas para el presente año. Para ese despacho, siguen vigentes las que publicó en agosto, cuando calculó que el PBI del 2022 crecería 4.8%. Pero desde entonces ocurrió demasiado, en particular, en materia de deterioro de expectativas. El BCR sí revisó sus cifras y tuvo en cuenta ese efecto adverso y espera que el PBI crezca 3.4%.
Tampoco tuvo suerte el MEF con apelar al “milagro navideño”, es decir, aumentar fuertemente los montos devengados de la inversión pública en diciembre, pues no fueron suficientes (cayeron 5%). Aunque el MEF se esté jactando de que en el 2021 la inversión pública alcanzó máximos históricos, el impulso de ese gasto ocurrió en los primeros meses del año. Lo que sí podría hacer, para sustentar que hace un manejo responsable de la política fiscal, es fijar las reglas fiscales para los próximos años, pues solo existen para el 2022 (el déficit fiscal no podrá superar 3.7% del PBI).
El Consejo Fiscal ha llamado la atención sobre este asunto, pues se ha generado una inconsistencia entre las proyecciones oficiales y las reglas fiscales para el 2023 en adelante. También ha alertado sobre las modificaciones presupuestales realizadas a través de decretos de urgencia, pues son “una mala práctica que no concuerda con la institucionalidad fiscal vigente y resta transparencia al manejo de la política fiscal”. Podríamos agregar que la prudencia fiscal también incluye mejorar la capacidad de gasto y evitar hacer anuncios improvisados (como construir aeropuertos).
El MEF diseña la política económica, pero los ministerios son los encargados de ejecutarla, y si no existe consistencia –y si hay ministros que no comulgan con esa política–, ocurren casos como la debilitación de las reformas del transporte y de la educación, o el pobre manejo de los conflictos sociales. Y así como se han restituido los beneficios tributarios para acuicultura y forestería, se debe revitalizar la promoción de la inversión privada. Hay megaproyectos que destrabar o acelerar, y limitaciones microeconómicas que solucionar (estas últimas a través de las mesas ejecutivas que lidera el MEF).
Lo peor que le puede ocurrir a la economía peruana es que el presidente Pedro Castillo continúe con sus marchas y contramarchas, y con sus discursos demagógicos que generan falsas expectativas en la población. Eso significa que el MEF debe recuperar su liderazgo. De lo contrario, tendremos otros 365 días similares a los últimos cinco meses.