CANCILLERÍA. La renuncia del ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Béjar, sigue la ruta de la célebre obra de Gabriel García Márquez. Políticamente, era ya imposible que el canciller llegara “con vida” al pedido de confianza del 26 de agosto, pues el Parlamento estaba listo para interpelarlo y era casi seguro que consiguiera los votos para la censura. Las declaraciones controvertidas se sumaban una a una, y si bien algunas fueron dadas antes de asumir su labor de ministro, lo cierto es que nunca las explicó o se disculpó por lo dicho, en una evidente falta de diplomacia.
A pesar de ello, la intención del Gobierno era mantenerse en el error. No en vano, hasta el momento, salvo el ministro de Defensa, ningún otro miembro del Gabinete –incluido el ministro de Economía– hizo comentarios o criticó la postura de Béjar. Por el contrario, evitaron pronunciarse con la excusa de no ser su cartera, como si el terrorismo no hubiera afectado todas las áreas del país. Tampoco se ha dado una disculpa directa a la Marina de Guerra. Incluso la bancada de Perú Libre minimizó las declaraciones y pidió pasar la página, pero la suma de votos hacía inviable mantenerlo en el Gabinete.
El titular del Consejo de Ministros, Guido Bellido va disminuido al voto de confianza por la salida de Béjar, tanto porque correspondía a una designación del presidente –según indicó Vladimir Cerrón– como porque la bancada de Perú Libre ha mostrado su desacuerdo con la renuncia, lo que se suma a otros desaciertos ya mostrados.
Pero lo cierto es que lo sucedido con el canciller es solo un reflejo de los problemas que tiene todo el Gabinete, pues las designaciones realizadas, en la mayoría de los casos, no han cumplido con los principios básicos de idoneidad profesional y ética, que se deben exigir para una responsabilidad tan alta como la de ser ministro de Estado. ¿Ahora el Congreso apuntará a la salida de otros ministros? Todo indica que sí, aunque dependerá de si tiene los votos.
El tema del terrorismo y las acusaciones que enfrenta el partido de gobierno y varios miembros del Gabinete requiere un deslinde claro por parte del presidente de la República, tanto con palabras como con hechos, y por ello, aun después de la renuncia, se hace necesario marcar distancia de lo dicho hasta ahora por el excanciller. Por ahora, no ha ocurrido.
Pero más importante es que, al elegir al nuevo ministro, el mandatario muestre un verdadero interés por la política exterior, pues hasta el momento parece minimizar la labor de Torre Tagle–tan es así que no mencionó una línea en su discurso de 28 de julio– o querer convertirla en un instrumento político que juegue a favor de intereses como los de Evo Morales. Corresponde también reaccionar a los diplomáticos de carrera.