CRECIMIENTO. Según las proyecciones oficiales e independientes, todo el peso del crecimiento del PBI nacional de este año ocurrió en el primer semestre, con resultados mejores a lo esperado. Pero con el nuevo Gobierno llegó la incertidumbre, que se tradujo en la subida del dólar y, sobre todo, en la postergación de planes de inversión –en particular de ampliación de capacidad instalada–. Otro duro golpe ha sido el deterioro del rating crediticio del país. Las consecuencias del mal manejo de expectativas se han visto en el aumento de precios de insumos importados, que ha encarecido más de la cuenta la canasta básica de consumo, en especial en el interior del país. Y pronto se verán en el PBI.
El BCR estima que el PBI del tercer trimestre aumentó 9.5% (en agosto se expandió 11.83%), pero proyecta una brusca desaceleración para el cuarto trimestre (0.2%). Eso significa que estos meses no traerán noticias alentadoras sobre el comportamiento de la economía, de modo que para constatar que la moderación del Gobierno en materia económica surtirá efecto, habrá que esperar a los primeros meses del próximo año –cuando el efecto estadístico ya no sea determinante–. Sectores como construcción, manufactura, comercio y electricidad serán determinantes. Servicios todavía no, porque al turismo le tomará más tiempo recuperarse.
Por ahora, la reacción al aparente cambio de actitud del presidente Pedro Castillo (y a su remozado Gabinete) ha sido tibia. La mayoría de empresas clientes del Servicio de Asesoría Empresarial (SAE) de Apoyo Consultoría todavía no se convence: el 78% no acelerará sus inversiones en los próximos seis meses, mientras que algo más de la mitad cree que no ha variado la probabilidad de que se convoque a una Asamblea Constituyente. En suma, sin nuevas inversiones y con la economía desacelerada, los principales afectados serán los trabajadores.
Todo esto agravaría la situación del mercado laboral. En Lima Metropolitana, el 10% de la PEA estaba desempleado en el trimestre julio-setiembre, según el INEI (en similar periodo del 2019, era 5.8%). Pero entre quienes sí tenían trabajo, se incrementó el porcentaje de subempleados por ingresos: ahora representan el 29.4% de la PEA capitalina frente al 20.8% del 2019. La incidencia es mayor en las empresas de menor tamaño. ¿Se solucionará esto subiendo el salario mínimo? Aplicar recetas del Primer Mundo a una economía como la peruana, donde el 78% del empleo es informal, no resultará. Las realidades son tan distintas, que en países desarrollados hay escasez de trabajadores.