Redacción Gestión

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PARLAMENTO. El último tramo del gobierno de Ollanta es el más difícil, no solo desde el Ejecutivo, que tiene que luchar contra la desaceleración económica y la inseguridad ciudadana. También será el más difícil dentro del Congreso.

El Parlamento supone un equilibrio de fuerzas al interior que deberán "conversar" para tratar de lograr acuerdos y así poder llevar adelante la propuesta de cada uno de los grupos. Con el paso del tiempo, muchos congresistas han ido cambiando de bancada o creando nuevas (transfuguismo), lo cual ha generado un desbalance entre las fuerzas que iniciaron este periodo de gobierno.

Así, por ejemplo, es claro que el presidente Ollanta Humala ya no cuenta con una bancada que le sirva de apoyo para las propuestas del Ejecutivo, las múltiples salidas lo han dejado sin mayoría y los que quedan no siempre están en sintonía con el Ejecutivo. Por otro lado, el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, ha bajado los brazos en su intento por generar consensos entre las agrupaciones políticas, tarea en la que el presidente del Congreso, Luis Iberico, tampoco parece estar ganando puntos.

Enmarcado en un año electoral, la labor del Poder Legislativo debería ser más cuidadosa, pues muchas de las normas que se aprueben las tendrá que aplicar el próximo Gobierno. Pero la tentación es grande cuando lo que muchos congresistas están buscando es volver al Parlamento en el próximo Gobierno y por ello están más atentos a los pedidos de la población sin medir sus consecuencias.

Tenemos un Gobierno con escaso poder, una oposición que buscará hacer leña del árbol caído para ganar réditos políticos y una población con los ánimos exacerbados, pues percibe que no se está haciendo nada para salir del atolladero. En este ambiente será necesario que el Congreso pueda poner la cuota de serenidad y responsabilidad que el país requiere en estos momentos.

Aunque es difícil, el Parlamento debe lograr acuerdos mínimos sobre los temas que necesitan legislarse y no caer en la tentación de aprobar proyectos populistas, como sucedió con el lote 192. Es necesario que el Congreso, o por lo menos parte de él, evite dejarle bombas de tiempo al próximo Gobierno.

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