Editorial: Las consecuencias de la inestabilidad

Ruido político. Las circunstancias que condujeron al Gobierno a llamar al diálogo político con la "oposición" la semana pasada son solo una indicación de la frágil situación política por la que está atravesando el país. Es verdad que este contexto puede ser potencialmente efectivo porque permite que la oposición ejerza una mayor presión sobre el Gobierno. Así fue que se logró el cierre temporal y la reestructuración de la DINI, por ejemplo, que ha servido como un mea culpa simbólico para intentar calmar las aguas y bajar las crispaciones entre los partidos políticos. Sin embargo, la inestabilidad política también tiene efectos no deseados.

El aislamiento y la debilidad de un gobierno suelen derivarlo hacia el populismo y lo hacen particularmente incapaz de concretar medidas necesarias pero impopulares. Fue el caso de la 'ley pulpín' y, más recientemente, fue el caso del retiro de la petrolera Pluspetrol de la zona de Pichanaki. Con un gobierno débil es más fácil imponer los intereses concentrados y visibles de un grupo de personas afectadas por sobre los intereses difusos de la mayoría. Lo más grave de estos retrocesos es que conllevan un golpe tremendo a la confianza y a la inversión.

Otro ejemplo similar es el anuncio de que se evaluará el aumento del sueldo mínimo en el segundo semestre. Si bien el salario mínimo debe ser ajustado cada cierto tiempo para reflejar el aumento de precios y los incrementos en la productividad de los trabajadores, dicho ajuste debe basarse estrictamente en supuestos técnicos. Al anunciar la posibilidad de un aumento sin antes evaluar los aspectos técnicos, se está trasladando el tema desde la esfera económica a la política. Sospechamos que todo por un afán de popularidad.

Venimos advirtiendo hace un tiempo acerca de los peligros de convivir con inestabilidad política y de los retos que iba a tener el Gobierno en este campo durante este año en particular, por ser uno preelectoral. Ahora estamos comenzando a ver las consecuencias. Lo que queda demostrado en lo poco que hemos avanzado este 2015 es que la política va a jugar un rol crucial en lo que resta del año.