Analista económico
El fenómeno de la globalización, aunque puede remontarse a siglos atrás, tiene su auge entre fines del siglo pasado hasta el 2015. Hoy ese proceso está sufriendo una gran crisis que tendrá consecuencias históricas para la humanidad.
La base del proceso inverso, la desglobalización, comenzó a tomar fuerza en la década pasada, producto de otro fenómeno: la lucha por el poderío mundial donde parece ineludible que China tome la supremacía, postergando a EE.UU. en el largo plazo.
En aras de retardar tal desplazamiento, el país norteamericano ha venido trabando al asiático con diferentes modalidades, principalmente en los sectores tecnológicos, comerciales y geopolíticos, provocando diversas consecuencias que patrocinan dicha desglobalización.
Ya luego con la crisis provocada por el COVID-19 y la guerra Rusia-Ucrania, la desglobalización ha tomado una fuerza inusitada, de efectos inconmensurables, que están afectando, entre otros temas, a la economía mundial.
Aún en ciernes, se están formando dos bloques en el mundo, Los países desarrollados por un lado, Asia por el otro, liderados por los dos contendientes. Una evidencia última es la reciente conformación, liderado por EE.UU., del IPEF (Indo-Pacific Economic Framework) y otros doce países del Asia.
El IPEF no tiene la relevancia del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico) liderado por China, pero es una manera de EE.UU. de tener presencia en dicha zona y no dejar que el otro bando acumule aliados, vía beneficios comerciales y de inversión. La economía mundial será afectada por dicha desglobalización, especialmente cuando hoy la recesión con inflación se ha instalado en muchos países del planeta.
Todos estamos pagando las consecuencias de la guerra Rusia-Ucrania. La Comunidad Europea con mayor dureza. El elevado precio del petróleo y de los alimentos retroalimenta la inflación y la recesión mundial. No se vislumbra una salida diplomática al conflicto, por lo que estamos entrando a un periodo negativo de gran incertidumbre.
Hay múltiples manifestaciones que estamos ya en una etapa muy complicada. El Banco Mundial recientemente rebajó el crecimiento del planeta del 2022 de 4.1% previsto en enero a 2.9%. Seguramente en la siguiente revisión seguirá la reducción. Más aún, no prevé un rebote para el bienio 2023-2024 y sí pronostica que la inflación se mantendrá alta en la mayoría de los países en tal periodo.
El problema de la recesión general se amplifica, porque concurre con la alta inflación que está sucediendo en la mayoría de países. Y eso ya está pasando en EE.UU. y Europa. Ya EE.UU. ha experimentado un primer semestre de crecimiento negativo, es decir está en recesión. Y con una inflación de casi 9% anualizado, la mayor de las últimas cuatro décadas.
Para intentar manejar ello, los bancos centrales están subiendo aceleradamente sus tasas de interés de referencia, y usando diversos instrumentos de política monetaria para sujetar la demanda. Al hacerlo se refuerza la recesión que padecen. Un círculo vicioso.
La historia económica nos revela que cuando los países desarrollados entran en esa vorágine, los países subdesarrollados resultan ser los más oprimidos.
Y ante el quebrantado gobierno del Presidente Castillo, es alta la probabilidad de sufrir consecuencias graves en el trienio 2022-2024. Ya poco importa cómo se resuelva la crisis política interna, todos los posibles escenarios nos llevan a una recesión con inflación, pese a que el BCR y el MEF insisten tercamente en que no sería así.
Habrá trastornos crecientes en las cadenas de suministro. Muchas empresas voluntariamente u obligadas tendrán que recolocar su producción de un bloque al otro so pena de sanciones. El caso de McDonald’s vendiendo toda su cadena de más de 800 locales en Rusia es un ejemplo.
Muchas empresas buscarán nuevos proveedores más confiables y diversos, pero seguramente más caros. Los productores necesitarán contar con inventarios mayores para evitar interrupciones en lo que fabrican. Las transacciones financieras costarán más. Todos estos factores adicionales harán que la inflación se mantenga viva y alta por buen tiempo.
Cada uno de esos dos posibles bloques, especialmente EE.UU. y China querrán tener la mayor cantidad de aliados, especialmente los que tienen recursos básicos, sean metales y alimentos. Países como el Perú estarán presionados para que se inclinen por uno u otro, sea dándoles beneficios a uno o impulsando acciones para que traben al otro.
Hay una serie estrenada recientemente en Netflix titulada “Borgen: Reino, poder y gloria” que trata un caso como seguramente se van a presentar muchos. La serie desarrolla un caso ficticio donde Dinamarca se ve zarandeado, en medio de una lucha geopolítica entre EE.UU., China y Rusia por un gran yacimiento de petróleo en Groenlandia.
En esta desglobalización los países subdesarrollados seremos los peones en la lucha por la supremacía mundial. En ese zarandeo seremos usados y eventualmente sacrificados. En cualquier caso por motivos internos o externos nuestro futuro es sombrío. La cuenta puede ser onerosa y sin duda la pagaremos con la tuya y con la mía con un mayor empobrecimiento.