Ya es notorio y conocido que desde hace varias semanas hay un fuerte desgaste del discurso presidencial y de la comunicación oficial. Tanto así que, a pesar de haberse espaciado las presentaciones del mediodía, desde Palacio se vuelve a hablar de lo mismo una y otra vez, y no precisamente acerca de lo que la población quisiera escuchar.
En casi todos los discursos o declaraciones se habla de, “si no hubiéramos tomado las medidas…”, “cuando decretamos la cuarentena…”, “el 16 de marzo hicimos…”; se mencionan reiteradamente las llamadas con los presidentes de China (¿cuántas veces se ha hablado con él?), Corea y Estados Unidos; se habla siempre del “próximo” pago de los bonos y ya van a ser 70 días; o si se trata de decisiones económicas se dice que se van tomar medidas con responsabilidad y equidad.
Es más, cuando en el Gobierno se dan cuenta –tardíamente– de algo que muchos ya advertían desde mucho tiempo atrás –los mercados–, le dan y le dan al tema –de operativos y pruebas, por ejemplo–, pero sin decirnos cuál será la solución concreta. Porque cerrar mercados es solo una medida de emergencia. Alguien podría decirle también al Gobierno, “si se hubieran escuchado las advertencias antes, y si se hubieran dado cuenta a tiempo que los mercados y los bancos (a los que ustedes invitaban a ir a cobrar los bonos) eran los focos de contagio…”.
Está muy bien que cualquier Gobierno defienda y mencione lo que ha hecho, las acciones que ha tomado, o lo que ha encargado en cada sector, pero en momentos de tanta incertidumbre, de preocupación, y hasta de desesperación en ciertos sectores, la población –estamos seguros– quiere tener estadísticas más claras y con mucho menos margen de error o de cuestionamiento; y quiere escuchar qué va a pasar mañana y no qué pasó hace 70 días o “qué hubiera pasado si…”.
Esa incertidumbre y tensión, sumada a la falta de información oportuna y completa sobre lo que está pasando ahora y lo que podría pasar mañana hace que la realidad sobrepase a la teoría o a la “versión oficial”. Y por eso, quizás, mientras en las presentaciones del mediodía se sigue hablando como si la situación en hospitales y centros de salud estuviera 100% controlada, como si la cuarentena se cumpliera a cabalidad o como si las empresas estuvieran esperando la aprobación de sus protocolos y sus autorizaciones para operar, la verdad es que la situación parece seguir siendo crítica, las calles parecen tan pobladas como días normales, y muchas empresas y negocios hace rato que ya están repartiendo de todo.
Lo más probable es que varios ministros y asesores del Gobierno ya estén cansados, agotados, sin ideas nuevas a la vista, y enfrentando una situación que ya los sobrepasó hace rato. No es para menos.
No sabemos si el presidente evalúa cambios en su Gabinete. No sabemos qué pasará con un primer ministro que parece hacer esfuerzos para un cambio. No sabemos qué pasa y qué pasará con el ministro de Agricultura y con otros ministros que parecen no estar o no llegan a cumplir con sus objetivos.
En momentos en que se habla de cambios, siempre surgen nombres. ¿Pilar Mazzetti es uno de ellos?, ¿podría reemplazar al premier o al ministro de Salud? Uno nunca sabe.