Director periodístico
Se agradece la institucionalidad, más en estos tiempos. Y el Consejo Fiscal es un tremendo ejemplo de ello. La ejerce a consciencia y plenitud desde el inicio del Gobierno –bajo la batuta, hay que decirlo, del extitular del MEF Carlos Oliva–, con una voz cantante que alerta desde entonces todas las amenazas de exceso de gasto y desequilibrio fiscal que constituyen una constante pendular de este gobierno.
A inicios de este periodo inacabable, el Consejo Fiscal llamó la atención múltiples veces sobre la inconsistencia del discurso de Pedro Francke con el retorno a la senda fiscal, que alababa en público y denegaba con anuncios y acciones de ‘arraigo popular’, tan propias de su gestión. Detrás estaba la advertencia de las agencias calificadoras de riesgo de que era necesario que el Perú vuelva gradualmente a sus niveles de deuda prepandemia –por debajo del 30% del PBI–, sobre todo si no era capaz como país de garantizar una estabilidad política y mantenía como característica una frágil institucionalidad (esa que el Consejo Fiscal justamente ejerce –como una de tan pocas islas del Estado– en su crítica al MEF, del cual es una comisión autónoma y técnica).
Esta semana el Consejo Fiscal hizo lo propio nuevamente tras el lanzamiento del Marco Macroeconómico Multiuanual (MMM), un documento que año a año traza la visión del MEF y, por ello, es esencial para los analistas del mercado. Frente al anuncio de una política fiscal expansiva –la solución que el titular del MEF, Kurt Burneo, considera mágica para nuestra economía–, el Consejo Fiscal advirtió sobre los riesgos inflacionarios a las que esta nos sometería –en medio de una inflación todavía galopante–, la subestimación del MEF de los choques externos y su escasa preocupación por la consolidación fiscal.
Cito una línea fundamental en la crítica del Consejo Fiscal: en el MEF, así –señaló en su comunicado–, “no se estarían valorando los efectos reales de la persistencia del deterioro de las expectativas económicas como resultado de la inestabilidad política, los conflictos sociales y las medidas laborales que impactarán negativamente en la inversión privada”.
Lo repetiremos hasta el hartazgo: nuestro problema medular hoy, con este gobierno, es que no genera la confianza suficiente para atraer la inversión privada, y desprecia la inversión pública con su copamiento de incapaces y no tan santos funcionarios. No es casual que Gestión le haya dedicado su portada del miércoles pasado a la crítica del Consejo Fiscal. Este diario defiende la libertad económica, y rechaza el asistencialismo y la baja calidad del gasto que pueden suponer un impulso fiscal apresurado y arbitrario como el que anuncia Burneo, sin mayores luces y con cada vez más interrogantes provenientes de su propio discurso. Si así lo fuera, no es el camino.