Especialista en políticas públicas.
Existen dos brechas que ameritan reflexión: una de casi 50 puntos sobre si considera o no que las empresas están contribuyendo al desarrollo de su región cuando le preguntas a los empresarios (81%) y a la ciudadanía (32%). Y de poco más de 40 puntos sobre si considera o no que las empresas son integras y honestas (60% y 18%) – Fuente: IPSOS, 2022.
Cerrar estas brechas de percepción requiere de acciones concretas y liderazgos fortalecidos del empresariado, más aún cuando el país se encuentra en una crisis política de varios años e intensificada. Y esta tarea debe alcanzar no solo a gremios, sino a todos los empresarios. Resolver la crisis política es responsabilidad de toda la ciudadanía, y los empresarios son también ciudadanos.
No obstante, los empresarios están llamados a hacer más aún, sin reemplazar al Estado, desarrollando capacidades, fortaleciendo institucionalidad y convirtiéndose en actores públicos relevantes. Para ello propongo 4 frentes:
1. Participación activa en la sociedad civil. Los empresarios lo saben. Cuando se les pregunta sobre el rol de los empresarios en la política nacional, contestan que este debe ser a través de una mayor participación en centros de investigación (54%), sociedad civil (50%) y gremios (42%). Pero emitir comunicados no es suficiente. Su participación será exitosa si logra traducirse en un mayor acceso a servicios básicos de calidad, en un voto ciudadano más informado y en un debate diario más centrado y basado en evidencia de los temas realmente relevantes para la ciudad que los alberga. Para ello piensen en universidades e institutos locales, desarrollen centros de investigación donde no los hay, logren participación empresarial activa y masiva en las cámaras de comercio locales; y esfuércense por lograr metas cada vez más grandes, concretas y descentralizadas desde las múltiples iniciativas privadas hoy existentes: Consejo Privado de Competitividad, Redes, Es Hoy, Empresarios por la integridad, Perú sostenible, L+1, Hombro a hombro, entre otros.
2. Mayor trabajo conjunto con autoridades de todo nivel de gobierno. Tradicionalmente los esfuerzos empresariales en este frente han alcanzado unas cuantas entidades del sector vinculado a su actividad económica y a algunas autoridades. Eso no es suficiente. Tampoco buscar solo resolver lo necesario para que un sector se reactive. El empresariado debe promover el desarrollo de institucionalidad y capacidades de las autoridades, abogar por una descentralización que funcione, porque se avance en la reforma política; por gobiernos locales con mejores equipos técnicos, que gestionen de manera transparente, con mejor capacidad de ejecución, que cierren brechas sociales. Necesita impulsar modelos más ejecutivos de contratación pública y desarrollo de infraestructura para esto último. Debe también tocar la puerta de otras entidades, programas productivos y fondos concursables que impulsen el desarrollo productivo y la innovación local.
3. Fortalecer relaciones con comunidades y sindicatos. Es impensable tener una actitud reactiva donde se espera el conflicto para recién pensar en soluciones y acuerdos. Las mesas de diálogo se deben gatillar en momentos de paz, deben derivar en compromisos, asignación de responsabilidades, su monitoreo y cumplimiento. Los conflictos que escalan se tornan políticos y transaccionales, y abren la puerta para la aparición de intermediarios. Los empresarios deben tomar una actitud preventiva desde el centro del negocio. En cuanto al trato con comunidades, para empezar, el modelo tradicional de responsabilidad social ha caducado. Las empresas deben impulsar la implementación de iniciativas de valor compartido, donde la creación de impacto social genera beneficios para el negocio. Las empresas deben abogar también por el fortalecimiento del sistema de resolución de conflictos del Estado con las comunidades, por vincular el presupuesto público a los compromisos alcanzados de forma tal que aumente su probabilidad de cumplimiento. Por su parte, en lo que respecta al trato con sindicatos, la sesión del último CADE Ejecutivos donde participaron CONFIEP y CGTP puede servir de guía: (i) ESSALUD debe convertirse en el punto de encuentro entre empleador y trabajador, y abogar juntos por un servicio de salud de calidad, lo justo a cambio del aporte que se realiza; (ii) se debe partir siempre de un diálogo bipartito, donde el Estado implementa los acuerdos en lugar de convertirse en un intermediario con interés político; y, (ii) se debe trabajar en propuestas conjuntas para promover la formalización laboral de la gran mayoría excluida.
4. Canalizar las voces de un Perú diverso. Las empresas deben contar con una vocería clara. Hacerlo solo a través del gremio del cual forma parte la empresa no es suficiente. Esta vocería debe servir para impulsar los tres primeros frentes y tocar temas de relevancia nacional y local; convertirse en cajas de resonancia del resto de la ciudadanía; y, unir voces –en lugar de enfrentarse– en la demanda de un Estado que funcione. Esta vocería debe además aprovechar espacios públicos y privados; y ponerle mucho énfasis en regiones distintas a Lima y en los jóvenes.