Congresista
De manera dramática y vergonzosa para sus instigadores, alrededor de las 5 de la tarde del 5 de abril, se puso fin al toque de queda decretado casi a la medianoche del día anterior por el Consejo de Ministros que preside (o a este punto, presidía) el Sr. Aníbal Torres. En efecto, en plena reunión en el Congreso de la República, con miembros de la Junta de Portavoces, incluyendo a los “no agrupados”, como este humilde columnista, el presidente anunció, con voz tenue, que se ponía fin a la medida “de forma inmediata”.
“¿Qué había pasado? “¿Qué motivó la súbita decisión presidencial? “¿Acaso habían cesado las manifestaciones y bloqueos en protesta por el alza de los precios del combustible y en general del costo de vida? Como dicen los jóvenes, “nada que ver”. Por el contrario. A la protesta iniciada el 28 de marzo por los transportistas, a la cual en los días siguientes se sumaron otros gremios de trabajadores en diferentes partes del país—incluyendo la heroica ciudad de Huancayo, lugar de nacimiento del perulibrismo –se sumaron– en pleno “toque de queda”, decenas de miles de ciudadanos limeños y chalacos, quienes en un acto extraordinario de desobediencia civil le dijeron al presidente Castillo que su gobierno carece de “auctoritas”, vocablo latino que significa autoridad, pero que le añade la condición de que sea socialmente reconocida. O como se dice en la actualidad: “este gobierno no nos representa”.
“¿Cómo así se expuso el gobierno a tan tremendo fiasco? La respuesta tiene un nombre de difícil pronunciación: “conspiranoia” –una supuesta conspiración producto de la paranoia. Desde incluso antes de asumir el gobierno, el presidente Castillo se ha mostrado propenso a creer que existe “un complot golpista” que incluye a la “derecha bruta y achorada”, al “monopolio de los medios” y a un congreso “golpista”.
Ciertamente, es imposible negar que existe y ha existido desde el día 1, un sector de la sociedad, y del Congreso de la República, que nunca aceptó la victoria electoral del Sr. Castillo y que no ha cejado en sus esfuerzos por lograr una vacancia. Como tampoco es posible negar que el estrepitoso fracaso y desgobierno de estos 8 meses –que ya parecen 8 años– ha llevado a muchos –entre quienes me incluyo– a la inevitable conclusión de que el costo de otros 4 años y 4 meses de total y absoluto desgobierno es sencillamente insoportable. Pero de allí a actuar bajo el supuesto permanente de qué hay un ejército de golpistas conspirando activamente para “bajarse” al presidente, hay una gran distancia.
A menos que se cuente con verdadera información de “inteligencia”, pero no la que surge de mensajes de WhatsApp o publicaciones en Facebook –llenas de noticias falsas– sino la que deberían proporcionar los diversos órganos de inteligencia con que cuenta el país. Entre ellos, el Consejo de Inteligencia Nacional (COIN), la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), los órganos de Inteligencia del Sector Relaciones, del Sector Defensa, y los órganos de Inteligencia del Sector Interior. Organismos especializados cuyo producto es lo que se conoce como “inteligencia accionable”.
Es decir, información sobre la cual se debe actuar de manera inmediata. En conferencia de prensa, el Sr. Torres no pudo demostrar que la decisión de decretar la inmovilización social obligatoria era producto de verdadera información de inteligencia. Se justificó diciendo que era información “reservada”. Sin embargo, la notable ausencia de “acciones basadas en dicha inteligencia” (detenciones, allanamientos, desbaratamiento de planes destinados a agudizar la protesta social, etc.) son la muestra más evidente que la malhadada decisión fue producto de la conspiranoia que aparentemente tiene al gobierno del presidente Castillo al borde un colapso nervioso. Un poquito de agua de azahar no le vendría nada mal.