Presidente del directorio del COES
Para analizar los escenarios probables del sector eléctrico nos concentraremos en el balance oferta/demanda del mercado mayorista de electricidad. Cada año que pasa nos vemos obligados a reducir las proyecciones de demanda ante la falta de nuevos proyectos mineros, industriales, agroindustriales, entre otros; que, como se conoce, son los grandes consumidores de energía. Si bien, a fines de la década de 2009, la demanda estuvo creciendo a tasas de 8% a 10%, actualmente se observa una reducción de la velocidad de crecimiento, por lo que la tasa promedio esperada hasta el 2032 no será superior al 4%.
Esta caída se inicia con la cancelación de los proyectos Conga y Tía María, y termina de confirmarse con los conflictos sociales en las zonas mineras que han producido paralizaciones de producción de algunos de los complejos mineros más grandes del país. En resumen, no hay información sobre nuevos proyectos de inversión que demanden electricidad y que estén en posibilidad de desarrollarse en los próximos años.
Por otro lado, aunque no hay mucho espacio para el crecimiento de la oferta, se observa un fuerte interés en desarrollar estudios para nuevas centrales de generación con un gran énfasis en el uso de las energías renovables no convencionales. Al momento hay 111 proyectos de centrales eólicas, solares e hidroeléctricas de menos de 20 MW que alcanzan 20,441 MW de capacidad instalada.
Si consideramos que la máxima demanda del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN) es de 7,500 MW, y que las proyecciones más optimistas indican que no pasará de 10,000 MW hasta el 2032, observamos que no hay espacio más que para el 12% de todos ellos, o en el mejor de los casos para el 20%.
En este escenario, ¿qué puede hacer el Estado para promover el desarrollo de más proyectos de energías renovables no convencionales? Una de las respuestas más frecuentes es mediante el diseño y aplicación de cambios regulatorios que incentiven la inversión en estos proyectos, situación que se debatirá, por ejemplo, en la Expo Energía Perú 2022. Pero, lo cierto es que, no hay cambio regulatorio que pueda revertir una situación estructural como la descrita.
Resulta muy fácil hablar de otorgar potencia a las energías variables, permitir ofertas en bloques horarios y hasta reanudar el esquema de subastas de contratos de largo plazo con ingresos garantizados por un subsidio proveniente de los consumidores finales. Sin embargo, la única política de Estado que puede resolver la situación estructural descrita es simplemente la de promover el desarrollo de la demanda.
Si la demanda acelera su crecimiento se produce un círculo virtuoso. Nuevos proyectos de demanda traerían inversión y puestos de trabajo al país, además, de requerir una mayor cantidad de energía eléctrica, lo que requerirá a su vez de nuevas inversiones en centrales de generación, oportunidades de empleo y mayores recursos y beneficios para mejorar las condiciones de vida de la población.
¿Qué puede hacer el Estado para activar semejante círculo virtuoso? Muy simple, brindando estabilidad al país, manejar adecuadamente los conflictos sociales, respetar sus compromisos con los inversionistas, y fiscalizar adecuadamente el cumplimiento de las obligaciones laborales, sociales y ambientales.