Claudia Restrepo, Socia de Sostenibilidad y directora de finanzas sostenibles de Deloitte Spanish Latin America.
En los últimos años los mercados de carbono han experimentado un crecimiento exponencial debido, principalmente, a la gran cantidad de empresas que requieren compensar el impacto medioambiental de sus operaciones, por lo cual demandan nuevas estrategias que les permitan obtener un balance más discreto de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
El 4 de noviembre de 2016 entró en vigor el Acuerdo de París, en el cual 196 naciones adoptaron el compromiso de ajustar sus objetivos y mejorar sus prácticas, con el fin de limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados Celsius desde la era preindustrial.
Detener el calentamiento global en tan solo un grado y medio evitaría algunos de los efectos más catastróficos de la naturaleza, escenario que para millones de personas es una cuestión de vida o muerte. No obstante, para lograr esa meta la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que el mundo debe disminuir sus emisiones actuales a la mitad antes de 2030.
Bajo esa premisa, los tratados internacionales sobre el cambio climático impulsan la inversión sostenible a partir de criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo, con la finalidad de que las entidades financieras y los mercados redirijan flujos de capital hacia proyectos verdes.
Es así como surgen los mercados voluntarios de créditos de carbono (MVC), un enfoque innovador que interviene como un complemento de los mercados de cumplimiento obligatorio y que promete ser una propuesta significativa para mitigar el impacto medioambiental de las operaciones industriales.
La mayoría de estas iniciativas de compensación voluntaria se ha enfocado en proyectos forestales, a través de la preservación y manejo de las superficies boscosas, así como también en el sector agropecuario donde el desarrollo de proyectos también está en aumento.
Ante este escenario, es evidente que Latinoamérica es un territorio con un extraordinario potencial para el desarrollo de estos mercados. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló en su informe de 2020 que el 39 % de los bosques del mundo se encuentra en el continente americano, del cual más de la mitad se localiza en América Latina.
¿Qué son los MVC?
Los mercados voluntarios de créditos de carbono comercializan, principalmente, reducciones de emisiones. Si una empresa emite GEI por encima de su umbral máximo, puede recurrir a compensar el diferencial al financiar otros proyectos certificados con créditos por captura de emisiones contaminantes.
Aunque habitualmente se entiende lo mismo por bonos de carbono y créditos de carbono, es importante tomar en consideración que estos tienen marcadas diferencias. Por un lado, los primeros llevan un proceso más extenso, el cual se realiza para cumplir una serie de reglas que establecen mecanismos internacionales.
Por su parte, los créditos de carbono permiten un proceso más expedito y eficaz que se basa en la compra por adelantado de los derechos que favorecerán proyectos sostenibles. Es decir, la parte promotora del proyecto recibe anticipadamente los fondos para financiar la inversión.
De este modo, los países o empresas más contaminantes compensan con la compra de créditos de carbono en naciones menos contaminantes en las que resulta económicamente más favorable y, a la vez, en las que se generan utilidades en la inversión. Se caracterizan, además, porque su ciclo de vida es relativamente corto y eficiente, ya que no es tan riguroso en términos de reglamentación.
De acuerdo con la Base de Datos de Compensaciones de Registro Voluntario del Proyecto de Comercio de Carbono de la Universidad de California, Berkeley, hasta noviembre de 2021 se habían ejecutado en el mundo 5.656 proyectos de compensación voluntaria, con los cuales se evitó, redujo o eliminó alrededor de 1.100 millones de toneladas de CO2.
De ellos, Estados Unidos es el máximo promotor de MVC con un total de 1.206 proyectos emprendidos. Por su parte, África destaca porque contribuye apenas con el 3 % de las emisiones contaminantes globales, pero se ha convertido en una de las regiones más relevantes en la materia, con 1.178 proyectos de MVC.
En América Latina también se han puesto en marcha múltiples proyectos, Brasil cuenta con 159, México con 109, Colombia con 78, Perú con 46 y Ecuador con 4, entre otros. Pero si se relaciona el número de derechos de emisión con el número de proyectos, Perú es el país con el mayor número de certificados promedio con 2,43 millones por cada proyecto, según el informe “Mercados Voluntarios de Carbono. Claves para su desarrollo en América Latina”, publicado por Deloitte.
Ahora bien, lo que llama la atención es que la gran mayoría de estos créditos se transan en mercados ubicados fuera de Latinoamérica, lo que lleva a considerar la necesidad de desarrollar más plataformas que permitan su comercialización en nuestra región.
Potenciar el desarrollo del MVC en la región
Las experiencias en otras latitudes demuestran que las características de los países y regiones que han emitido la mayoría de los créditos tienen una relación estrecha con la factibilidad para el desarrollo de los proyectos que, además de contribuir al aseguramiento de su capital natural, han generado esquemas financieros que abonan a su sostenibilidad.
En ese sentido, la región cuenta con un potencial extraordinario para el desarrollo de estos mercados, pues la tendencia de los proyectos de compensación voluntaria se ha enfocado en proyectos de tipo forestal, a través de la preservación y manejo de las superficies boscosas, y en otros sectores como la ganadería, donde el desarrollo de proyectos de compensación voluntaria no solo es posible, sino que pueden plantearse para potenciar el crecimiento de la actividad.
En conclusión, la importancia de los mercados de carbono en América Latina radica en las oportunidades, beneficios y desafíos que estos suponen como nuevas formas de ejecutar compromisos corporativos, así como a un aumento en la demanda de estos mercados en el mundo.
Por ello, es clave la formulación de un mapa de ruta y plan de negocios a partir del cual se pueda definir el potencial para la emisión de créditos y cómo esto podría traducirse en una opción de inversión rentable.
Este artículo se basa en el informe de Deloitte “Mercados Voluntarios de Carbono. Claves para su desarrollo en América Latina”, publicado en febrero de 2022. Para acceder al estudio pulse aquí, en donde encontrará información sobre las herramientas generadas para diseñar y estructurar mercados voluntarios de carbono en los distintos países de la región.