Economista Asociado de Macroconsult
La reciente visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán no solo es reflejo del apoyo de ese país al régimen democrático que rige en la isla. También es una muestra de la importancia que tiene Taiwán como aliado económico de Estados Unidos, en sectores considerados estratégicos.
Actualmente Taiwán a través de diversas empresas (en particular, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, TSMC), concentra más del 60% de la fabricación mundial de semiconductores o chips. Los semiconductores son circuitos integrados de pequeñas dimensiones, muy intensivos en tecnología y propiedad intelectual, que forman parte esencial de diversos dispositivos electrónicos. En los últimos años, la demanda mundial de chips (impulsada en parte por la pandemia) no solo ha crecido sino se ha diversificado, involucrando principalmente a la industria móvil (smartphones), la automotriz y la de fabricación de computadoras. Este crecimiento de la demanda y problemas logísticos enfrentados por la propia industria, llevaron durante el 2020 y 2021 a una situación de escasez que provocó, entre otros efectos, que empresas del sector automotor redujeran sus planes de producción.
En respuesta a esta situación, actualmente, existen proyectos para la instalación de nuevas fábricas de semiconductores en Taiwán, Estados Unidos, China y Corea. Por ejemplo, en enero de este año, Intel anunció una inversión de US$ 20 miles de millones (mm) para instalar una fábrica de chips en Ohio, Estados Unidos. En la medida que vayan madurando estos proyectos, el funcionamiento del mercado de semiconductores debería tender a normalizarse.
No obstante, buscando marcar un liderazgo en esta carrera por el control del mercado mundial de semiconductores, el Congreso de Estados Unidos acaba de aprobar la Chips and Science Act. Esta iniciativa, impulsada por el gobierno de Biden, incluye el otorgamiento de US$ 52 mm en subsidios para incentivar a empresas del sector construir y desarrollar plantas de fabricación de microchips. Según el Gobierno estadounidense, varias empresas privadas han anunciado, tras la aprobación de la norma, inversiones por un total de US$ 44 mm en la producción de semiconductores.
Una iniciativa similar fue anunciada en febrero de este año, por la Comisión Europea, denominada European Chips Act, cuyo objetivo consiste en crear una cadena más resiliente de suministros para la producción de semiconductores e incrementar la participación de Europa en esa industria de 9% a 20% al 2030.
China, por su parte, pese a que algunas empresas como Alibaba y Baidu vienen desarrollando sus propios semiconductores, aún enfrenta dificultades en lograr la autosuficiencia en la provisión de chips, principalmente, debido a su dependencia tecnológica.
La producción de semiconductores requiere la integración de servicios y componentes provenientes de distintos proveedores localizados en diferentes países. Pese a que las plantas de fabricación pueden ubicarse en Taiwán, China, Estados Unidos o Corea su producción es altamente interdependiente de servicios e insumos provenientes de otros países. Por ello, la politización de este sector o, aún peor, la adopción de medidas proteccionistas perjudicaría a todos los involucrados.