Ésta crisis política merece una lectura patriótica desde Palacio de Gobierno, desde el Congreso y la ciudadanía. Foto: Julio Reaño/@photo.gec)
Ésta crisis política merece una lectura patriótica desde Palacio de Gobierno, desde el Congreso y la ciudadanía. Foto: Julio Reaño/@photo.gec)

Abogado y analista político

Lo que nos deja la jornada de hoy es un Poder Ejecutivo debilitado, liderado por un presidente sin autoridad en sus dictados donde la ciudadanía salió a las calles en clara desobediencia civil. Un presidente que claudicó públicamente en televisión nacional desde el Congreso de la República a la imposición marxista de una nueva Constitución Política, es decir, renunció a su bandera más preciada como promesa en su campaña y en lo que sostenía su agitación permanente desde palacio... Claudicó a la imposición de la ideología marxista en nuestro país. El pueblo peruano derrotó en las calles las pretensiones y proyectos ideológicos del Foro de Sao Paulo, por lo menos, durante lo que dure el periodo presidencial del profesor Pedro Castillo Terrones.

¿Qué le queda al presidente?... pues, renunciar al cargo presidencial o dar un golpe de timón desde el Ejecutivo. El presidente Castillo necesita un nuevo aire. Debe destetarse de Cerrón y sus amigotes con antecedentes.

Al desaparecer el “cuco” de una impuesta nueva constitución de corte marxista, Pedro Castillo, se quedó sin plan, entonces, sí realmente se siente patriota debe reformular el gabinete y la visión sobre su gobierno; para ello, como medida necesaria debe renunciar a sus desgastados y desacreditados ministros y conformar un nuevo consejo de ministros que deberá ser menos político y más técnico. Pienso esa sería su última oportunidad y una salida a la crisis. No se trataría de repartijas a la oposición constituida por los partidos representados en el Congreso que también sufren del rechazo de la opinión pública por estar comprometidos con la corrupción o con la ventaja; sino, debe convocar personalidades desideologizadas para lograr un equilibrio importante que ayude a la gobernabilidad.

Renunciar al cargo sería como cambiar “moco por babas”, pues, asumiría Dina Boluarte o a su renuncia anunciada, sería la presidente del Congreso quien tomaría la investidura de la máxima magistratura de la nación quien constitucionalmente convocaría a elecciones generales a llevarse a cabo en seis meses con las organizaciones políticas representadas en el Congreso que manejan los mismos intereses y que consecuentemente no dudamos llevarían al Perú a las mismos nefastos resultados.

Ésta crisis política merece una lectura patriótica desde Palacio de Gobierno, desde el Congreso y la ciudadanía. Debemos despojarnos de la cólera y la indignación y decidir por lo más conveniente al Perú. La unidad para la reactivación económica y la promoción del bien común. Por tanto, también merece una lectura a la ciudadanía, pues, al final los vándalos hicieron de las suyas con sus propias agendas delictivas.

Término esta reflexión señalando que existen partidos políticos que pugnan por su inscripción y registro ante el JNE, a los cuales, también se les debe convocar y dar la importancia que merecen. También, aquellos, seguramente, tienen mucho que aportar no sólo al tema de la legislación y participación electoral, sino, más importante aún, para una futura gestión gubernamental.