Por: Ricardo de la Piedra, socio de M&A del Estudio Muñiz
El crecimiento orgánico a través de fondos autogenerados apuntando hacia una venta de la startup suena tentador, ¿pero todos los emprendedores y startups tienen las condiciones para conseguirlo? ¿es realmente la mejor opción?.
En artículos anteriores hemos comentado las principales formas que tiene una startup para financiar sus actividades, describiendo conceptualmente las ventajas y desventajas de (i) préstamos tradicionales; (ii) inversionistas ángeles; (iii) venture capital (“VC”); y, (iv) crowdfunding; entre otros mecanismos. La conclusión, más allá de las características y riesgos inherentes a cada una de estas alternativas, es que el método a escoger para recaudar fondos dependerá del perfil del emprendedor, etapa de evolución de la startup, sofisticación de sus miembros y la voluntad de otorgar participación en el capital social (¡y cuánta!).
Ahora bien, ¿qué sucede cuando el emprendedor o la startup puede generar sus propios recursos y por lo tanto no requiere ninguna clase de fondeo externo material?
Un artículo publicado a fines de agosto pasado en recode comentaba como en los últimos tiempos una nueva “raza” de emprendedores viene creando marcas aceptadas masivamente por los consumidores y que a partir de ello habían rechazado propuestas millonarias de fondos de VC para finalmente ser adquiridas por jugadores clave del mercado de consumo, tales como (i) la empresa de desodorantes naturales Native (vendida a P&G por USD 100 millones 2 años y medio después de constituida); y, (ii) la empresa de relojes MVMT adquirida por Movado; manteniendo más del 90% del capital social en los fundadores al momento de tales adquisiciones.
Es tan común el financiamiento externo y la presencia de terceros en el negocio, que Moiz Ali, fundador de Native, comentaba con cierta gracia que en Silicon Valley, cuna del emprendimiento y del VC, sentía vergüenza cuando otros emprendedores comentaban de cuántos fondos habían recibido y la cantidad de trabajadores que habían contratado, cuando en su negocio la planilla laboral estaba constituida por él mismo.
Lo anterior hace que 2 preguntas vengan a la mente: (1) ¿Realmente cualquier startup puede financiarse a través de bootstrapping dejando de lado el financiamiento externo? y, sobretodo, (2) ¿es mejor una opción que la otra?
1. Las ventajas del bootstrapping saltan a la vista: No hay entrega de participación en el capital de la startup o, en su defecto, préstamos con intereses correspondientes a capital de riesgo. Esto hace que los fundadores tengan autonomía plena para la marcha del negocio, tomando decisiones y evitando andar pisando con cuidado para no incumplir un rep & warranty o un covenant en sus contratos inversión, adquisición de acciones o pactos de accionistas con fondos de VC, inversionistas ángeles o de financiamiento con instituciones financieras.
El crecimiento autónomo pareciera dar idealmente a los socios fundadores una independencia atractiva para desarrollar a plenitud el potencial de la startup.
2. Las desventajas del bootstrapping, también: A través de una política de bootstrapping, se pueden perder las ventajas principales que otorga a las startups la participación de fondos de VC e inversionistas ángeles. Más allá del capital y sus conocimientos, un inversionista ángel o un fondo de VC pueden ofrecer otros beneficios, tales como (i) acceso a socios estratégicos; (ii) contactos con clientes/proveedores; (iii) reputación en el mercado; (iv) acceso a asesoría legal, financiera y contable más sofisticada; (v) acceso a rondas adicionales de financiamiento; entre otras.
Los inversionistas ángeles y fondos de VC tienen una visión más allá del capital, ya que ellos tienen la necesidad y objetivo de recuperar esa inversión. Es así que el amalgamamiento de intereses entre emprendedores y estos respecto al desarrollo de la startup desde una visión de rentabilidad es inminente. Optar por bootstrapping podría hacer más lento el crecimiento de una startup y, en consecuencia, alejar la posibilidad de una salida rápida del mercado de los fundadores con dólares en los bolsillos; sin considerar que, de antemano, la exposición de startups que hacen bootstrapping suele ser inferior, ya que no tienen esa cobertura que dan las rondas de financiamiento y los jugadores que participan en ellas.
A manera de conclusión, como hemos mencionado anteriormente, las startups suelen financiarse, básicamente, como pueden y de quién pueden, tratando de obtener los mejores términos bajo condiciones determinadas de desarrollo del negocio: (i) no todos los fondos de VC e inversionistas ángeles tocarán la puerta de una startup en el momento en que el emprendador decida recibir fondos y (ii) nada asegura que de un inicio la startup tenga los suficientes fondos para autofinanciarse sin el ingreso y aportes de terceros.
Tal y como comentamos en un artículo anterior, las historias de éxito y fracaso ocurren en toda clase de startups y emprendimientos, pero no es muy sexy andar contando al público los horrores errores que inversionistas ángeles, fondos de VC y emprendedores cometen en sus negocios e inversiones. Además, para ser francos, la historia de éxito de emprendedores que rechazaron fondos de Silicon Valley para vender a P&G es bastante vendedora para no contarla.