Presidente del Directorio de Agrícola Chapi
En una reciente reunión de amigos de la minería, liderada por el ingeniero Luis Morán, reflexionamos sobre la importancia de tomar conciencia de todo lo que los peruanos hemos ido perdiendo, a lo largo de los años, producto de las erradas decisiones de los gobiernos de turno.
Lucho recordó, por ejemplo, que en 1974, cuando él era gerente de Operaciones de Marcona Minning Co., y Velasco la nacionalizó, la empresa venía ya dando los primeros pasos para ampliar sus operaciones y pasar de producir mineral de hierro a productos terminados y, con ello, promover un nuevo polo de desarrollo en el sur del país. Hoy, casi 50 años más tarde, nada de lo que se proyectaba se ha implementado.
Estos hechos lamentablemente tienen similitud con lo que hoy enfrenta el desarrollo futuro de la agricultura en el país. Esta industria ha crecido exponencialmente (de US$ 700 millones a casi US$ 9,000 millones) en los últimos años, y tiene un enorme potencial para seguir desarrollando nuevas tierras vírgenes, hoy eriazas, a lo largo de toda la costa y en varios valles de la sierra. Sin embargo, enfrenta un gran obstáculo para su crecimiento y sostenibilidad: la falta de acceso al agua.
Lo paradójico es que como país no nos falta agua. El territorio peruano genera 780 mil millones de metros cúbicos al año, pero de ellos el 90% se va al océano Atlántico a través de la cuenca del Amazonas y solo el 10% termina en la costa. Para incrementar el caudal contamos con una escasa infraestructura para el trasvase del agua excedente del lado oriental de la cordillera hacia los valles de la costa. Tampoco contamos con represas en las diferentes cuencas que nos permitan retener el agua que se genera durante los meses de lluvia (de noviembre a abril). Esto, lamentablemente, ocasiona que una buena parte del recurso hídrico termine en el mar, en lugar de estar irrigando los campos de nuestra costa.
Como mencioné en mi artículo anterior no podemos aceptar que el Gobierno siga postergando la ejecución de proyectos de irrigación ya en marcha, como lo son: Chavimochic, Mages-Siguas y Agua Grande en Ica. Más aún, debemos exigir que se promuevan nuevos proyectos que permitan expandir nuestra frontera agrícola, incluyendo entre ellos la desalinización del agua de mar, utilizando las tecnologías más avanzadas.
De no tomarse acciones en la dirección mencionada, los peruanos estaremos perdiendo muchas oportunidades para el desarrollo de nuevos emprendimientos capaces de promover empleos y mejores condiciones de salud, educación y seguridad en distintas regiones del país.
Tenemos que hacer evidente las acciones que urgen tomarse a nivel de gobierno para que nuestro desarrollo como país no se siga viendo afectado y elevar nuestra voz en caso no se actúe en consecuencia.