(G de Gestión) Si bien es cierto que en el argot financiero se suele comentar que “los precios de los activos deben converger a sus fundamentales”, lo cierto es que existen “factores técnicos” que pueden tener un impacto de corto o de largo plazo —según la gravedad del factor— en el precio al que cotiza un activo financiero (acción o bono). Así, no puede pasar desapercibida la medida de retiros de 4 UIT de los fondos de pensiones privados adoptada por el Congreso.
El efecto inicial fue una corrección de 7% en el índice de acciones peruano en solo siete días en marzo. En abril, algunas acciones locales recuperaron terreno, mientras que otras aún reflejan una afectación desde el anuncio de la noticia, con rendimientos negativos acumulados de entre 8% y 20%. Los vientos de afuera son favorables y el precio del cobre supera los US$ 4.5/libra, muy cerca de los “high históricos”. Este escenario debería ser beneficioso para las acciones locales, las cuales, en su gran mayoría, están cotizando a niveles relativamente “baratos” frente a sus comparables internacionales.
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A pesar de las tasas altas a escala global, la dirección a la baja en inflación y las tendencias de largo plazo nos benefician. Sin embargo, en pleno escenario favorable, Moody’s nos hizo un downgrade en la calificación crediticia de la deuda a Baa1 (equivalente a un BBB-), nivel mínimo para ser considerados “grado de inversión”. “No pasa nada”, dirán algunos. No, señoras y señores: el problema que se está generando en los mercados financieros locales es que el financiamiento será más complicado de obtener. Empresas con proyectos tendrán que acudir a estructuras de deuda de mediano plazo —como las que ofrece la banca a unos cinco o siete años— y les costará más buscar plazos largos —de 10 a 15 años, por ejemplo—. Es cierto que los bonos soberanos han recuperado el valor perdido de los días posteriores al anuncio, pero no debemos olvidar que esto se debe a “la confianza” que tienen los inversionistas en nuestro banco central (BCRP) y a su capacidad por brindar herramientas de estabilización para los bonos soberanos y el tipo de cambio.
Esa “confianza” no necesariamente se traslada a otros segmentos de mercado. En la deuda corporativa, las empresas peruanas tendrán más dificultades para conseguir financiamiento cuando requieran renovar sus deudas este año —deberán aceptar tasas más altas para concretar una colocación y dependerán mucho de la salud actual de sus balances—. Los efectos ya los vemos. Los inversionistas institucionales han de evaluar si comprometer recursos en nuevos bonos corporativos versus atender, eventualmente, posibles retiros.
Todo eso produce incertidumbre. El problema principal ahora es que la desconfianza se está originando por temas estructurales y no por eventos externos o pasajeros. Por ello, entre otras medidas, se hace cada vez más necesaria una reforma en el sistema previsional, enfocada en ampliar la cobertura y en crear mecanismos de ayuda a aquellos que no pueden ahorrar continuamente durante su vida laboral. Los políticos deben dejar de luchar por “quién aparece en la foto” para aprobar la reforma. Es mejor seguir la propuesta del MEF que, si bien es perfectible, abre el camino a una transformación integral que beneficiaría a más peruanos.
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Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.
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