Pediatra neonatólogo y ex Decano del Colegio Médico de Lima
Han pasado 30 años desde que Tenorio Cortez fuera el último caso diagnosticado con esta patología en el país y, por si fuera poco, la última víctima de poliovirus salvaje en todo el continente americano. Él no estaba vacunado, por lo que el virus le generó una parálisis irreversible en sus piernas.
En 1975, casi 6 mil niños de toda la región quedaron paralizados como consecuencia de la enfermedad1. Ante ese terrible escenario, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entidades públicas y privadas y gobiernos de la región, asumieron un único compromiso: interrumpir la transmisión del poliovirus salvaje en las Américas1. Esfuerzo que dio frutos años más tarde, luego de múltiples campañas de vacunación masivas, pues, en 1991, se registraron los últimos seis casos en territorio americano y, en 1994, la región fue la primera en el mundo en ser certificada “libre de polio”1.
A pesar de lo avanzado, esta enfermedad sigue siendo una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Solo en el 2020, a escala global se registraron 1,226 casos (de todos los tipos de polio), un aumento de más del 800% en comparación con los 138 notificados en 2018, esto probablemente por la interrupción de los programas de inmunización, una de las consecuencias más alarmantes de la pandemia de la COVID-19, ya que produjo caídas en las tasas de coberturas de vacunación en todo el mundo.
Lo que debe llamar la atención de la sociedad en general es que, a pesar de que las campañas de vacunación se han ido reanudando, de acuerdo con cifras oficiales, este año el país solo ha alcanzado una cobertura de 43.4% en la primera dosis de la vacuna antipoliomielítica, muy por debajo del 90% recomendado.
Estas bajas tasas de vacunación deben ser la preocupación de las autoridades y especialistas, ya que, si bien las variantes salvajes son cosa del pasado en prácticamente todo el mundo, aún está presente en países como Afganistán o Pakistán y si una persona visita estos lugares, se contagia y vuelve al país, pone en riesgo a toda la población no inmunizada contra el virus, no solo a sufrir parálisis de por vida, sino, incluso, a la muerte.
Por años, la erradicación de la polio a escala global ha sido una tarea que ha requerido la unión e intervención mundial, esta ardua labor permitió que los casos se redujeran en un 99.9% desde 19881. Las altas coberturas de vacunación en los niños, y una sostenida vigilancia epidemiológica para detectar el virus en forma temprana, han sido medidas clave para mantener a la región libre de la enfermedad por tres décadas.
Aunque parezca que estamos cerca de ganar la batalla, aún estamos lejos de la meta. Debemos seguir trabajando de forma articulada en el país, la región y el mundo, para asegurarnos de que ninguna familia tenga que vivir nunca más con el miedo de que su hijo quede paralizado a causa de esta enfermedad mortal, y así poder hacer realidad el sueño de tener un mundo 100% libre de polio.