Hoy es el día en que tenemos una idea de cuán preocupados están los operadores chilenos por la perspectiva de una nueva Constitución. Y la respuesta parece ser: no demasiado.
El contrato de volatilidad implícita a un mes incorpora ahora al 6 de setiembre, por lo que por primera vez incluye los días posteriores al plebiscito del 4 de setiembre.
La reacción del mercado fue por decir lo menos, moderada. De hecho, el diferencial entre la volatilidad a un mes y tres meses, que aumentó antes de las elecciones presidenciales de fines del año pasado, hoy se redujo.
La volatilidad implícita del peso chileno, una medida del costo de las opciones, subió a principios de este año cuando los miembros de la Convención Constitucional, un grupo de políticos y exactivistas con poca experiencia, en su mayoría de izquierda, la mayoría poco conocidos, discutían sobre qué tipo de país querían crear.
Algunas de las propuestas no habrían sonado fuera de lugar en el San Petersburgo de 1917. ¿Debería un país que depende de la minería para el 60% de sus exportaciones prohibir la minería? ¿Introducir los Consejos de Trabajadores?
A medida que se acercaba la fecha límite del 4 de julio para un borrador final, las encuestas comenzaron a mostrar que más chilenos estaban a favor de rechazar la Constitución que de aprobarla.
Aun así, la volatilidad implícita en el peso subió a los niveles más altos desde la crisis del euro, y superó con creces el momento en el 2019 en que el presidente Sebastián Piñera ordenó al Ejército salir a las calles debido a los disturbios y saqueos generalizados. Finalmente, el 18 de julio, el banco central anunció una intervención cambiaria y la volatilidad implícita se desplomó.
La ecuanimidad del mercado actual puede reflejar en parte el hecho de que el texto final es mucho menos radical que algunas de las propuestas. Es una mezcolanza de ideas, pero la minería del cobre no se va a nacionalizar. Se reconocerán los derechos de propiedad. Más importante aún, las encuestas continúan sugiriendo que no será aprobado.