Vietnam, el país que en los primeros meses de la pandemia de COVID-19 asombraba al mundo por su escaso número de muertes, ha malogrado esa buena reputación ante los escándalos de corrupción al más alto nivel político ligados a la gestión sanitaria.
La semana pasada el país vivió la sacudida más fuerte del mayor escándalo destapado hasta ahora, el llamado asunto Viet A, con el arresto del antiguo ministro de Salud, Nguyen Thanh Long, y el expresidente del comité popular de Hanói (equivalente al alcalde), Chu Ngoc Anh.
Long y Anh fueron expulsados del Partido Comunista y arrestados por facilitar una trama de sobornos ligados a la venta de pruebas para detectar el virus del COVID-19, acusados por el gobierno de haber “degradado la ideología política, violado las regulaciones del partido y causado pérdidas al presupuesto del Estado”.
De momento, no queda claro si ambos también se beneficiaron de los sobornos o se les acusa de una mala gestión que permitió que Viet A, una empresa apenas conocida en el sector sanitario, vendiera desde abril del 2020 hasta finales del 2021 test por valor de US$ 174 millones con los precios inflados un 45% para reservar US$ 35 millones para sobornos.
Además de los sobornos a funcionarios sanitarios y dirigentes hospitalarios de todo el país, su éxito se valió, entre otras cosas, de un anuncio falso en la prensa de que los kits habían sido aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de las facilidades que les dieron el Ministerio de Salud y autoridades locales de todo el país.
Cuando estalló el escándalo el pasado diciembre el primero en caer fue el director de la empresa, Phan Quoc Viet, encarcelado desde entonces, pero en los últimos meses los investigadores han ido desmadejando, gracias a sus confesiones, la trama de corrupción hasta implicar a un ministro y al máximo dirigente de la capital, algo insólito en Vietnam.
Punta del iceberg
Estos arrestos al más alto nivel son solo la punta del iceberg de una trama que por el momento se ha saldado con la detención de decenas de funcionarios de distintos niveles y de responsables de la empresa y de hospitales y centros sanitarios.
El escándalo se suma a otros de menor envergadura que han ido apareciendo en la prensa en los últimos meses, como los sobornos a altos funcionarios -incluido el exviceministro de Exteriores, arrestado en abril- para acceder a vuelos de repatriación cuando Vietnam tenía las fronteras cerradas y sus ciudadanos bloqueados en el extranjero solo tenían esa opción para regresar a su país.
El goteo constante de noticias de este tipo ha dinamitado la imagen que Vietnam construyó en el primer año de pandemia, cuando durante meses se convirtió en un oasis con apenas muertes mientras el gobierno pedía sacrificios a la población para mantener un fortín que durante un año pareció inexpugnable.
Aquellos meses en que Vietnam asombraba al mundo despertaron un espíritu de orgullo y unidad nacional entre la población que a los más viejos les recordaba al patriotismo de las guerras que Vietnam libró el siglo pasado.
Por eso el analista Le Hong Hiep, investigador del Yusof Ishak Institute, sostiene en un artículo en East ASia Forum que la existencia de corrupción en el sector sanitario no es sorprendente en Vietnam, pero lo que sí sorprendió a los ciudadanos “fue que el escándalo ocurriera durante la pandemia y a gran escala”.
Las irregularidades siguieron ocurriendo cuando Vietnam vivió el pasado año sus peores meses de la pandemia, especialmente en Ho Chi Minh (antigua Saigón), con confinamientos masivos y un creciente descontento social por la pobreza de las miles de personas que no recibían los subsidios gubernamentales.
Para Thiem Bui, académico del centro Duke para Desarrollo Internacional, el caso Viet A se distingue de otros escándalos en el sector sanitario en que “ha socavado profundamente la confianza pública en los esfuerzos por combatir la pandemia”, según escribió en East Asia Forum.
Campaña anticorrupción
La magnitud de los escándalos también ha sorprendido a los analistas por ocurrir cuando Vietnam lleva al menos seis años inmersa en una campaña anticorrupción sin precedentes que ha golpeado a funcionarios y empresarios del más alto nivel.
Según una investigación del Hai Hong Nguyen, de la Universidad de Queensland, al final del 2020 el gobierno había investigado 1,900 casos de corrupción que implicaban a 1,400 sospechosos, incluidos altos cargos del Partido Comunista, algo “nunca antes visto en los 91 años de historia” del partido que ostenta el poder en Vietnam desde 1976.
A pesar de acciones contundentes nunca antes vistas (en las que algunos ven ajustes de cuentas entre facciones del Partido), los expertos coinciden en que este celo de las autoridades no resolverá la corrupción estructural si no se hacen reformas profundas que vayan a las raíces del problema, como garantizar la independencia del poder judicial y dar más libertad a la prensa, controlada por el Estado.
“El Partido ha continuado huyendo de reformas institucionales significativas para hacer más eficientes y sostenibles sus esfuerzos en la lucha contra la corrupción”, advierte Hiep.