Se identificó que la diabetes era un factor de riesgo para el desarrollo de una enfermedad más grave a partir del COVID-19 poco después de que este surgiera. Lo que todavía desconcierta a los médicos dos años después es la aparición inesperada de la condición metabólica en pacientes con COVID semanas o meses después de haber contraído el coronavirus.
El vínculo causal entre el COVID y la diabetes tipo 2 se reiteró en una investigación de Estados Unidos y Alemania este mes.
Un estudio a más de 180,000 usuarios del sistema de salud del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos que sobrevivieron al primer mes de un brote de COVID halló que tenían un 40% más de probabilidades de recibir un nuevo diagnóstico de diabetes durante el año siguiente que un grupo de “control” que evitó el virus. Eso equivale a unos 13.5 casos adicionales de diabetes por cada 1.000 pacientes con COVID, según el estudio, publicado el lunes en The Lancet Diabetes & Endocrinology.
“Los riesgos eran evidentes incluso en personas que tenían un bajo riesgo de diabetes antes de contraer COVID”, dijo el coautor del estudio Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo en VA St. Louis Health Care System y epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en Misuri.
La probabilidad de diabetes aumentó con el nivel de atención que recibieron los pacientes por COVID, y los ingresados en la UCI tenían más probabilidades de recibir un nuevo diagnóstico de diabetes, la condición en la que el cuerpo no produce suficiente insulina o no la usa adecuadamente.
El estudio de Alemania halló que los pacientes con COVID, la mayoría de los cuales tenían una forma leve de la enfermedad, tenían un 28% más de probabilidades de ser diagnosticados con diabetes tipo 2 que un grupo de comparación de pacientes que tenían una infección del tracto respiratorio superior causada por un virus diferente.
Ese estudio, publicado el 16 de marzo en la revista Diabetologia, se fundamentó en un análisis de registros electrónicos de una base de datos de atención primaria a nivel nacional que hizo seguimiento a los pacientes, incluidos casi 36.000 casos de COVID, durante tres a cinco meses.
El tipo 2 es la forma más común de diabetes y está relacionado con la obesidad y, por lo general, se desarrolla gradualmente. Se necesitan estudios de seguimiento para comprender si la condición que se produce después de un COVID leve es solo temporal y puede revertirse después de que los pacientes se recuperen por completo, o si conduce a una enfermedad crónica, dijeron los investigadores. Si se confirma, sus resultados indican que los pacientes deben ser examinados para detectar la afección incluso después de un caso leve de COVID, indicaron.
El COVID puede desencadenar la diabetes en personas previamente sanas y amplificar los factores de riesgo conocidos para las personas que ya están predispuestas a desarrollar la enfermedad, dijo Al-Aly. Sus datos se basan en hombres blancos mayores, lo que limita la generalización de los hallazgos en una población más amplia.
Aun así, otros estudios además del de Alemania han mostrado patrones similares.
Otra hipótesis es que la producción de insulina se ve perturbada por el daño viral a las células que recubren los vasos que suministran sangre al páncreas, dijo Gaetano Santulli, profesor asociado de medicina y farmacología molecular en el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York.
Cualesquiera que sean los mecanismos biológicos involucrados, los expertos advierten que el vínculo entre el coronavirus y la diabetes podría ser extremadamente costoso y mortal. Unos siete millones de personas mueren cada año a causa de la diabetes.
Eso significa alrededor de una persona cada cinco segundos. El gasto en salud para la diabetes entre personas de 20 a 79 años se disparó a US$ 966,000 millones el año pasado desde US$ 232,000 millones en el 2007, y ahora representa alrededor del 11.5% del gasto mundial en salud por complicaciones que acortan la vida, que van desde accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal hasta úlceras en los pies y ceguedad.