Los cachalotes buscaban alimento a unos 10 kilómetros de Haifa, a entre 370 y 1.220 metros de profundidad, y las vocalizaciones sociales (codas) correspondían al dialecto mediterráneo, señalan en el artículo. (Foto: difusión)
Los cachalotes buscaban alimento a unos 10 kilómetros de Haifa, a entre 370 y 1.220 metros de profundidad, y las vocalizaciones sociales (codas) correspondían al dialecto mediterráneo, señalan en el artículo. (Foto: difusión)

Un grupo de científicos del e destaca en un estudio difundido este martes las amenazas que afrontan yen el y pide medidas para proteger a estos

Expertos de la organización ecologista Greenpeace afiliados a la universidad inglesa de Exeter y de la israelí de Haifa hicieron un análisis visual y acústico frente a la costa de en el Mediterráneo oriental, entre abril y mayo de 2022, que les permitió trazar los trayectos de varias especies.

Los investigadores señalan que la ruta de unos 2.800 kilómetros hecha por un cachalote joven -conocido como Kim, Elia u Onda por distintos colectivos científicos- pone en evidencia los riesgos a los que se enfrentan en uno de los mares más transitados y poblados del mundo.

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El artículo, publicado en la revista ‘Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems’, documenta por primera vez el movimiento de poblaciones de zifios, delfines mulares y ballenas en el Mediterráneo oriental.

La distancia recorrida por el cachalote joven -calculada en base a los lugares de avistamiento- lleva a pensar que es “el desplazamiento más largo registrado de un cachalote en el Mediterráneo” y, de acuerdo con los autores, “significa que la ballena realizó un viaje peligroso”.

Los investigadores dicen que sus hallazgos “demuestran la necesidad de aplicar una protección específica en lugares clave”, como mecanismos de alerta que permitan gestionar la actividad humana a fin de prevenir el daño a estas especies.

“La vida marina en el Mediterráneo se enfrenta a numerosas amenazas, desde la pesca y la contaminación hasta el ruido y las colisiones con barcos”, declara Kirsten Thompson, del Laboratorio de Investigación de Greenpeace en la Universidad de Exeter.

La ballena joven en particular debió de haber pasado por el Canal de Sicilia o el Estrecho de Messina, los cuales son “extremadamente transitados, ruidosos y potencialmente peligrosos para un cachalote que bucea en profundidad”, agrega.

Según esta especialista, “el hecho de que estas ballenas pasen por mares estrechos y poco profundos significa que se podrían instalar dispositivos de escucha en esos puntos para protegerlas”.

“Esto podría crear un sistema de alerta para evitar colisiones con barcos”, mantiene.

En su investigación frente a la costa israelí, los autores detectaron acústicamente cachalotes (tres encuentros), zifios de Cuvier (un encuentro), delfines mulares (un encuentro) y delfínidos no identificados (17 encuentros).

Los cachalotes buscaban alimento a unos 10 kilómetros de Haifa, a entre 370 y 1.220 metros de profundidad, y las vocalizaciones sociales (codas) correspondían al dialecto mediterráneo, señalan en el artículo.

El cachalote joven había sido detectado previamente en el mar de Liguria, lo que, a su juicio, indica que realizó un desplazamiento de oeste a este de aproximadamente 2.800 kilómetros.

Los expertos advierten de que se necesitan más datos sobre las densidades de estas especies de aguas profundas y una evaluación de las amenazas que afrontan en general en la cuenca levantina, a fin de poder protegerlas con una mayor eficacia.

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