Para Joao Gaiva, agrónomo y ganadero del estado de Mato Grosso, los incendios ocurren porque "enyesaron al hombre pantanero: no le dejan limpiar los campos, con la idea de que quitar al hombre de aquí es la solución". (Foto: AFP)
Para Joao Gaiva, agrónomo y ganadero del estado de Mato Grosso, los incendios ocurren porque "enyesaron al hombre pantanero: no le dejan limpiar los campos, con la idea de que quitar al hombre de aquí es la solución". (Foto: AFP)

Entre enero y agosto del 2020, que se salieron de control devastaron más de 12% del Pantanal, el mayor humedal tropical del planeta, situado al sur de la .

¿Cómo prevenir nuevos desastres? Esta es la visión de tres personas implicadas con el presente y el futuro de la región: un productor agropecuario, el representante de una ONG y una académica especialista en áreas inundables.

Los tres participaron la semana pasada en una reunión entre lugareños, legisladores y autoridades cerca de Poconé (Mato Grosso). Una iniciativa de convivencia no siempre fácil, en momentos en que las posiciones del presidente Jair Bolsonaro a favor de la apertura de áreas protegidas a las actividades agropecuarias son objeto de críticas dentro y fuera de .

Más libertad para el “hombre pantanero”

Para Joao Gaiva, agrónomo y ganadero del estado de Mato Grosso, los incendios ocurren porque “enyesaron al hombre pantanero: no le dejan limpiar los campos, con la idea de que quitar al hombre de aquí es la solución”.

“Quitándonos de aquí, el pasto no va a parar de crecer y si no hay animales para pastarlo, lo consumirá el fuego”, sostiene.

“El hombre pantanero es el guardián del Pantanal. Siempre vivió y produjo aquí, él es la gran solución. Podemos producir animales con un sello de origen sustentable”, asegura Gaiva, que defiende dos proyectos polémicos por sus impactos ambientales: la instalación de una hidrovía en el río Paraguay-Paraná y el asfaltado de la ruta Transpantanera para reducir los costos de producción y transporte en esta área de difícil acceso.

“Necesitamos producir comida buena y barata. La solución pasa por darle más libertad al hombre pantanero, del portón hacia adentro, para que maneje el bioma de forma sustentable. No sirve de nada bloquear una parte del terreno y transformarlo en una reserva legal, eso se transforma en un abismo, en una bomba de tiempo”, afirma.

“Esto no es ningún drama”, comenta en relación a los incendios. “Ocurrió para mostrarnos que el camino correcto es la presencia del hombre”.

“Los incendios siempre existieron y continuarán existiendo”, defiende.

Debatir sin radicalismos

Leonardo Gomes es director de relaciones institucionales del Instituto SOS Pantanal, una ONG que promueve el diálogo y diversos proyectos dentro del bioma.

“El manejo del fuego en el Pantanal es algo cultural. El hombre pantanero aprendió a usar el fuego para renovar el suelo o para iniciar un nuevo plantío para su ganado. Precisamos entender cómo hacer ese manejo correctamente”, explica.

“Debemos asesorar a los productores, no se trata de señalarlos o culparlos”, añade Gomes, quien no cree que flexibilizar las reglas ambientales sea la solución y propone discutir comunitariamente el manejo del fuego.

Destaca la necesidad de actuar contra los incendios ilegales (sin autorización o durante las épocas en que están expresamente prohibidos) y de montar brigadas de respuesta rápida para combatir los focos.

“El bioma Pantanal está tan bien conservado porque estos actores locales aprendieron a convivir. En un momento de radicalismo como el que vivimos, tenemos que sentarnos a debatir”, preconiza Gomes.

“No se trata de limitar la producción, sino de estimular actividades económicas que respeten el medio ambiente”, precisa.

Aliar economía y conservación

Catia Nunes da Cunha, investigadora del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnologia en Áreas Húmedas, concuerda en que no es posible culpar a un grupo específico por los incendios, pero afirma que tampoco se los puede atribuir solamente a causas naturales.

Al actual ciclo de sequía extrema se suman factores humanos, como el manejo descuidado de algunas quemadas o la degradación de la región donde se ubican las nacientes de los ríos que bañan el Pantanal.

“Ahí hay mucha deforestación y eso afecta la disponibilidad del agua aquí”, explica.

Para esta ecóloga, la clave está en el equilibrio: “No se trata de quitar al hombre ni de favorecerlo modificando el sistema [natural]; hay que trabajar en armonía” y respetar los límites del ambiente, sentencia.

“Debemos tener una gestión sensata, no se puede aumentar la productividad de la pesca y la ganadería sin límites. Si se superan esos límites, se altera el sistema y no podemos hacer eso con el Pantanal”, advierte.

“Es un ecosistema caracterizado por su exuberancia”, con un enorme potencial, como lo ha demostrado el desarrollo del ecoturismo en los últimos diez años, expone Da Cunha.

Pero “solamente sentándonos a una misma mesa, escuchándonos entre todos, lograremos que la conservación y la economía estén en el mismo nivel de interés y preocupación. Ahí sí estaremos hablando el mismo lenguaje”.