El número global de muertes por COVID-19 fue posiblemente más de tres veces peor que el que se registra oficialmente.
Probablemente, hasta 18.2 millones de personas murieron durante los primeros dos años de la pandemia, según la primera estimación global del exceso de muertes revisada por pares.
En su estudio publicado en The Lancet la semana pasada, los investigadores del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington señalaron la falta de pruebas y datos de mortalidad poco confiables para explicar la discrepancia con las estimaciones oficiales de aproximadamente 5.9 millones de muertes. Descubrieron que el COVID generó un aumento del 17% en las muertes en todo el mundo.
“A nivel mundial, este es el mayor choque de mortalidad desde la gripe española”, me dijo Christopher JL Murray, director del instituto con sede en Seattle. La pandemia de gripe que comenzó en 1918 cobró la vida de al menos 50 millones de personas.
La evidencia sugiere que la gran mayoría del aumento de la mortalidad es un resultado directo del COVID-19, dijo Murray. Pero algunas muertes también pueden haber ocurrido indirectamente, causadas por la falta de acceso a la atención médica y otros servicios esenciales durante la pandemia, o por cambios de comportamiento que llevaron al suicidio o al abuso de drogas.
Aunque gran parte de la subestimación del verdadero impacto de la pandemia en la mortalidad ocurrió en países de ingresos bajos y medios, incluso algunas naciones ricas pueden haber pasado por alto casos fatales de COVID.
Por ejemplo, el exceso de mortalidad en Japón desde el 1 de enero del 2020 hasta el 31 de diciembre del 2021 se estimó en 111,000, seis veces más que las 18,400 muertes por COVID informadas oficialmente. Aunque las muertes por suicidio reportadas allí aumentaron durante la pandemia, es poco probable que eso explique la discrepancia, dijo Murray.
“Tendremos que esperar los datos de la causa de muerte. Pero claramente hay más muertes en exceso, radicalmente más que las muertes por COVID reportadas”.
A medida que la preocupación se concentra ahora en las secuelas del COVID-19 —incluida la creciente incidencia de insuficiencia cardíaca, coágulos sanguíneos letales, insuficiencia renal, diabetes y posiblemente demencia debido a complicaciones de una infección por coronavirus—, las autoridades necesitan datos precisos sobre la causa de fallecimiento para informar formas de proteger a sus ciudadanos y prepararse para aumentos futuros en la demanda de servicios de salud.
Solo 36 países han publicado datos de causa de muerte para el 2020 hasta el momento.
“La pandemia ha dejado claro que hacer un seguimiento de cuántas personas mueren y la razón de dichas muertes es vital para que los Gobiernos formulen políticas mejor informadas y mejores resultados de salud”, dice Jennifer Ellis, quien dirige el programa Data for Health en Bloomberg Philanthropies, que trabaja con países de ingresos bajos y medios para robustecer la recopilación de información.