Por Noah Smith
En los años anteriores al coronavirus, la desigualdad se cernía cada vez más en las discusiones de política estadounidense. La desigualdad de ingresos y riqueza había aumentado durante décadas.
Esto se vio enmascarado temporalmente por el auge inmobiliario de principios de la década del 2000, pero el colapso del 2008 puso fin a dichas ilusiones.
Y a medida que famosos multimillonarios interactúan cada vez más directamente con los estadounidenses comunes en las redes sociales, estas enormes desigualdades se vuelven cada vez más evidentes. La mayoría de los indicadores muestran que la desigualdad en Estados Unidos se encuentra en máximos históricos. El conocido Índice de Gini es solo un ejemplo:
Ahora la pandemia de coronavirus amenaza con empeorar una situación que ya era mala. Algunos han calificado el virus de un gran ecualizador, porque puede afectar incluso a los ricos y poderosos. Pero en términos del efecto a largo plazo en las consecuencias económicas, es probable que la enfermedad sea cualquier cosa menos un ecualizador.
Estas son algunas de las formas en que la pandemia probablemente exacerbará la desigualdad.
No. 1. El desempleo
Una investigación realizada por los economistas Davide Furceri, Prakash Loungani, Jonathan Ostry y Pietro Pizzuto reveló que la desigualdad de los ingresos tiende a aumentar en los cinco años posteriores a que un país sufre una epidemia. El desempleo, que ahora es de más de 14% en EE.UU. y sigue aumentando rápidamente, es obviamente una gran parte de esto.
Los trabajadores con salarios bajos tienden a ser los primeros en perder sus empleos y los últimos en ser contratados nuevamente. Los economistas concluyeron, como era de esperar, que los trabajadores con un nivel inferior de educación se ven mucho más afectados por el desempleo después de una pandemia.
El desempleo también perjudica más a las personas de bajos ingresos porque están menos preparadas financieramente para enfrentarlo. Un trabajador de altos ingresos que es despedido generalmente tiene una reserva de ahorros de la que puede depender hasta que haya nuevas oportunidades disponibles. Si no, generalmente no es demasiado difícil para ellos pedir créditos.
Pero para los trabajadores más pobres que tienen menos ahorros y no pueden pedir créditos a tasas de interés bajas, un período de desempleo puede significar el desalojo, la pérdida de su automóvil u otro perjuicio a largo plazo que les impida recuperarse.
No. 2. Una menor redistribución
Furceri y sus coautores concluyeron que el desempleo y otras consecuencias en el mercado aumentan la desigualdad, pero no pueden explicar todo el aumento. Esto implica que los países tienden a reducir la redistribución después de una pandemia. Eso puede parecer extraño, dados los grandes esfuerzos que los gobiernos están haciendo ahora por ayudar a los desempleados. Pero esas políticas, así como las políticas para apoyar a las empresas durante y después de la pandemia, conllevan un alto costo fiscal.
Debido a la pérdida de ingresos fiscales por la crisis, la presión fiscal por la austeridad persiste después de que el peligro inmediato ha pasado. Con razón o sin ella, muchos gobiernos probablemente intentarán apretarse el cinturón, lo que significa menos servicios sociales y pagos de subsidios para los pobres y la clase media.
No. 3. El apoyo al mercado de activos
Las acciones, los bienes inmuebles y otros activos financieros tienden a caer en valor al comienzo de las recesiones, debido a que se ven afectadas las ganancias de las empresas y la capacidad de los arrendatarios para pagar rentas. Pero cada vez más, los bancos centrales están apuntalando el valor de los activos al actuar como comprador de último recurso.
Mientras haya una presión a la baja en los precios, la Reserva Federal y otros bancos centrales pueden generar dinero y comprar acciones (aunque esto puede requerir algunas maniobras legales creativas). Esto aumenta los múltiplos de valoración. Como las acciones pertenecen en forma desproporcionada a los ricos, esto genera una mayor desigualdad de riqueza; los bienes inmuebles, un activo en el que la clase media posee gran parte de su riqueza, tienen menos probabilidades de obtener un rescate directo; y los pobres prácticamente no tienen activos financieros.
No. 4. La desigualdad geográfica
La pandemia ha afectado a algunos estados y ciudades mucho más que a otros. Mientras tanto, el incompetente o ausente liderazgo federal significa que las medidas para contener el brote han variado enormemente: algunos estados han controlado con éxito sus brotes con confinamientos, otros están implementando pruebas generalizadas y rastreo de contactos para controlar la propagación, mientras que otros están reabriendo los negocios de forma prematura y con pocas medidas de seguridad.
Esto creará el equivalente de zonas rojas y zonas verdes. Las empresas y los ingresos se verán más afectados en las primeras mientras que se verán más beneficiados en las segundas. Esto es exactamente lo que sucedió después de la gripe española de 1918 y 1919. Aquellos que tienen la mala suerte de vivir en estados con respuestas deficientes a la pandemia se verán más afectados.
No. 5. La desigualdad en el estilo de vida
El coronavirus ha impuesto grandes cambios en la forma en que las personas viven y trabajan. Como en épocas pasadas, muchas personas adineradas pueden sobrellevar la epidemia retirándose a casas aisladas en el campo; y después de que la clase media y los pobres se ven golpeados de forma desproporcionada por contagios y muerte, se produce la inmunidad colectiva y los ricos pueden regresar con seguridad a las zonas más pobladas.
Además, muchos trabajadores del ámbito del conocimiento pueden trabajar de forma remota, mientras que aquellos en ocupaciones poco calificadas, como el comercio minorista y la construcción, tienen que optar entre arriesgar su salud y perder sus ingresos. Por lo tanto, la pandemia también ha generado desigualdades en seguridad y conveniencia, que tienden a alinearse con las disparidades en ingresos y riqueza.
No. 6. La desigualdad internacional
La desigualdad internacional ha sido uno de los pocos temas positivos de las últimas décadas, ya que muchos países pobres han ganado terreno frente a los ricos. Pero gran parte de esto se debió a la globalización, que ahora está en retirada total. Los precios de los productos básicos se han derrumbado, lo que será un devastador impacto para las grandes zonas del mundo en desarrollo que aún dependen de la exportación de recursos naturales.
La caída del comercio mundial está ahogando los mercados de exportación de las naciones industrializadas. Si las tensiones entre China y el resto del mundo continúan aumentando, o si la pandemia da lugar a un nacionalismo estridente, el retroceso de la globalización podría ser duradero y el crecimiento para la paridad podría llegar en gran medida a su fin.