La primera ministra británica Liz Truss asumió el cargo el mes pasado con esperanzas y promesas de revitalizar la economía británica y encaminarla hacia el éxito a largo plazo.
No salió según lo previsto.
En lugar de ello, el mandato de Truss se vio marcado por la inestabilidad, luego de que sus políticas económicas pusieron en riesgo la estabilidad financiera del país, llevando a la libra esterlina a mínimos históricos, desatando el caos en el mercado de bonos e incrementando los costos de las hipotecas para millones de personas.
Aunque Truss asumió el cargo en medio de una crisis del costo de la vida, la guerra en Ucrania y los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19, su decisión de anunciar recortes fiscales por 105,000 millones de libras (US$ 116,000 millones) y aumentos en el gasto público sin dar detalles sobre cómo los iba a financiar inquietó a los inversionistas, que advirtieron de un enorme incremento en la deuda pública.
Eso socavó la confianza en la capacidad del gobierno para pagar sus facturas y generó interrogantes sobre las credenciales económicas de una nueva primera ministra que asumió el cargo luego de una contienda profundamente divisiva por el liderazgo del Partido Conservador, actualmente en el poder.
El caos alrededor del plan económico debilitó la autoridad de Truss como primera ministra, y finalmente condujo a su decisión de renunciar el jueves.
¿Qué ocurrirá ahora?
El partido informó que elegirá a un nuevo líder y primer ministro para el 28 de octubre. Truss seguirá siendo primera ministra hasta entonces.
Para evitar la necesidad de una prolongada campaña electoral que podría haber dejado al país sin un gobierno efectivo durante semanas, los líderes del partido decidieron que los legisladores tendrían mayor voz en la elección y sin necesidad de semanas de campañas por todo el país.
Bajo el proceso expedito, los candidatos al liderazgo del partido deben conseguir el apoyo de otros 100 legisladores conservadores —de un total de 357— para el lunes por la tarde. Eso significa un máximo de tres candidatos para que los legisladores voten. Entonces el candidato que se ubique en último lugar sería eliminado y los dos primeros se enfrentarán a una votación en línea de los miembros del partido.
Los líderes conservadores tienen esperanzas de que esta contienda relámpago produzca un candidato de consenso que pueda unir al partido detrás de las prioridades de impuestos y gastos que el ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, ya ha esbozado.
¿Cuáles son los grandes obstáculos?
El primer desafío llegará apenas días después de que el nuevo primer ministro asuma el cargo, cuando Hunt le presente su plan fiscal a la Cámara de los Comunes el 31 de octubre.
Truss desencadenó la crisis que condujo a su caída cuando ella y el predecesor de Hunt, Kwasi Kwarteng, dieron a conocer sus planes de amplias reducciones de impuestos sin decir cómo las financiarían y sin proporcionar un análisis independiente de su impacto en las finanzas del gobierno.
Desde que asumió el puesto la semana pasada, Hunt ha revertido la mayor parte de esos recortes y ha prometido reducir la deuda pública como un porcentaje de la producción económica en los próximos años. También ha advertido que serán necesarios dolorosos recortes al gasto público durante lo que probablemente será un invierno “difícil”.
Los partidos de oposición y algunos legisladores conservadores ya están presionando para que se incremente el gasto público en áreas como la salud, las prestaciones sociales, las pensiones estatales y los almuerzos escolares gratuitos para proteger a los más pobres del alza de los precios.
¿Por qué Gran Bretaña no realiza unas elecciones generales?
Legalmente, el gobierno no está obligado a convocar a elecciones hasta diciembre del 2024, cinco años después de que el Partido Conservador conquistó una victoria aplastante con el entonces primer ministro Boris Johnson.
Pero los partidos de la oposición y algunos miembros del público están exigiendo una elección inmediata tras el revuelo de los últimos meses. Truss fue obligada a abandonar su cargo luego de estar menos de dos meses en él y le siguió a Johnson, que dimitió después de que su autoridad se viera socavada por una serie de escándalos.
El daño causado por Truss y Johnson ha mermado el apoyo para los conservadores, y algunos analistas han dejado entrever que perderían muchos escaños si hoy se llevaran a cabo elecciones. Debido a esto, se prevé que el nuevo primer ministro resista las exhortaciones para que haya elecciones anticipadas, y que en lugar de ello intente utilizar los próximos dos años para reconstruir la confianza en el partido antes de ir a las urnas.
David Lawrence, investigador del centro de estudios Chatham House de Londres, dijo que la gente probablemente se enfocará en la crisis del costo de vida y en las crecientes facturas por la energía este invierno, y eso les da tiempo a los conservadores para tratar de cambiar la narrativa.
“Creo que lo que más importará en las próximas elecciones es cómo el primer ministro, el gobierno, ha lidiado con esos desafíos”, comentó. “Así que si el nuevo líder conservador cree que pueden tomar el control de la crisis energética... y que se haga frente a la crisis del costo de vida, que la gente sienta que tiene más dinero en sus bolsillos para cuando sean las próximas elecciones, creo que eso es lo mejor a lo que pueden aspirar”.
Pero la presión de celebrar unas elecciones podría ser difícil de resistir.
“A fin de cuentas, la Constitución no lo requiere, pero... estoy de acuerdo con el principio de que deberíamos poner a prueba al nuevo primer ministro en un plazo razonablemente corto, en lugar de esperar hasta, potencialmente, enero del 2025″, le dijo Mark Garnier, legislador conservador, a la cadena BBC el jueves. “Creo que la gente estaría furiosa, y con justa razón” si no celebramos unas elecciones.